Por demasiado jóvenes o por demasiado mayores, muchos no sabrán qué es el fotolog. Sin embargo, hay gente que vivió durante un tiempo con este espacio de internet dedicado a la publicación de fotografías, y en el que los que tenían inquietud artística compartieron sus primeras creaciones. Un poco así nació Cocarroideceba, la firma bajo la que se esconde Àngela Amer (Porto Cristo, 1986): pintaba los conocidísimos zapatos Victoria a mano y subía las fotos del resultado. "No pinté muchas, pero sí que la gente empezó a encargarme que pintara las suyas. Yo les decía que si me lo pedían no me inspiraba. ¡Eso sí que lo hacía por amor al arte!" dice, risueña, con su pequeño Martí -su proyecto más importante- entre sus brazos. Al final, lo del fotolog y las Victorias es anecdótico, pero sirve para justificar que Àngela siempre ha tenido inquietud por el mundo de los colores y los trazos.

Se licenció en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Lleida y después se graduó en Publicidad y Relaciones Públicas en la Pompeu Fabra. Esta segunda carrera la hizo para saciar su ambición creativa, que desarrolla ahora bajo el nombre Cocarroideceba. Uno de sus primeros grandes logros fue la campaña que llevó a cabo con tres amistades, que diseñaron estando los cuatro en un lugar distinto del planeta (ella estaba trabajando en Londres). "Montamos Giants, una ONG con la que con la que queríamos devolver la ilusión a más de 2.100 niños que sufrieron las terribles consecuencias del tifón Haiyan en Filipinas. Conseguimos 10.000 euros sin juntarnos nunca los cuatro", cuenta Àngela. Después de eso, y antes de regresar definitivamente a la isla -donde volvió hace unos dos años-, pasó por Madrid y estuvo trabajando con los de Boa Mistura, diseñando y llevando a cabo proyectos de carácter social y educativo. "Soy docente interina y estos son los tipos de proyectos en los que me gusta involucrarme. Además, no solo soy una máquina que dibuja lo que le mandan. Soy partidaria de desarrollar también el concepto", defiende. Y también trabaja con marcas: antes del nacimiento de su hijo, por el que ahora está de baja por maternidad, participó en un proyecto con Laccao. No le tiene miedo a ningún proyecto y cambiar de ámbitos la mantiene despierta y activa.

La apuesta más personal de Àngela, sin embargo, son las ilustraciones personalizadas. A partir de una foto o de la información que recibe por parte de quien le encarga la ilustración, Àngela crea una situación con diferentes personajes. Por ejemplo, una abuela celebrando su 95 cumpleaños con sus nietos. "Quizás la situación que dibujo no ha sucedido nunca, pero sí que he visto los rostros de las personas que aparecen en ella". Por eso, Àngela siempre habla con quien le encarga la ilustración: "Me gusta saber cómo les gusta vestir a las personas que van a aparecer en el dibujo, si llevan tatuajes, algún complemento que nunca se quitan, qué les gusta hacer... Me pierdo en los detalles, pero creo que es lo que hace diferente el resultado. Algunas han sido invitaciones de boda", dice la portenya.

Realiza las ilustraciones de manera digital, con la tableta gráfica, y trabaja desde casa, siempre que su trabajo de docente (es interina) se lo permite. Su estilo es muy naíf, "pero va dirigido a personas adultas". Sus ilustraciones personalizadas -y también las que no son personalizadas- son entrañables y tienen, muchas veces, algún toque humorístico.