El hallazgo de unos cómics antiguos en una casa vieja que adquirió su familia llevaron a Jaume Serra (sa Pobla, 1982) a investigar sobre publicaciones antiguas, un mundo que pronto le atrapó tanto como atrapan sus creaciones al espectador. Ahora, unos siete años después de aquello, el artista reúne una vasta colección de revistas y periódicos antiguos, anteriores a la Guerra Civil (La Ilustración Artística, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico€). Es en esas miles de páginas donde el pobler bucea para inspirarse, son esas grafías, ilustraciones, textos y fotografía su fuente de ideas.

Siempre recuerda que no tiene formación artística, que es un manazas y que suspendía plástica en EGB. Por eso utiliza las herramientas digitales para desarrollar sus collages, sobre todo Photoshop. Y reivindica que lo que hace no es magia, sino que ha tenido que pasar muchas horas delante del ordenador para aprender a utilizar las posibilidades de las nuevas tecnologías. Escanea una fotografía que le llame la atención, "normalmente se trata de una persona que sujeta algo y que tiene una mirada muy perdida, como inquietante. Este tipo de miradas es algo común en las fotografía antigua". También tiene que ser una imagen en la que se intuya movimiento. Una vez escaneada la imagen, Jaume trabaja con su imaginación. "Intento crear universos, paisajes, en los que se mezcle lo antiguo con lo moderno. Muchas veces, la imagen final no tiene ningún tipo de sentido. Y lo mejor de esto es que cada espectador puede darle el suyo". Para el artista, lo más importante es que las imágenes sean atractivas visualmente, o que llamen la atención, a veces por graciosas, otras por absurdas o bien por impactantes. "Yo simplemente juego a construir imágenes, paisajes que quizás no son posibles". Viendo sus collages, cuesta creer que haya algo imposible en la cabeza de Jaume. Algunas de sus imágenes tienen algo de retorcido, de oscuro; mientras que otras son más fantasiosas, irónicas o divertidas. Substituir objetos, cambiar colores, son algunos de los detalles de sus obras.

A parte de ser un manazas (lo dice él) también es un romántico. Utiliza la metodología digital porque "te permite preservar las revistas intactas. Las tengo muy celosas, jamás podría recortar estas páginas", dice. "A veces sueño que se me queman las revistas. Leyéndolas, hojeándolas, siento nostalgia de un tiempo que no he vivido".

Antes de convertirse en el artista que es ahora, Jaume trabajaba de contable, para lo que había estudiado, profesión que dejó un tiempo antes de descubrir su vocación plástica. No se arrepiente "para nada", pero no tiene reparos en hablar alto sobre lo difícil que es vivir del arte. "La gente siempre cuestiona el dinero por el que vendes una obra. No les preocupa lo que te ha costado el marco, la impresión... Y, sobre todo, no entienden que lo que vale dinero es la idea", dice. Pero bueno, suerte del internet: vende sus collages en todo el mundo -en especial en Estados Unidos- desde su perfil de Saatchi. El arte de Jaume vuela tanto como su cabeza.