Al igual que el Arxiduc Lluís Salvador quedó impactado en 1867 con las vistas desde el mirador y el estilo de vida mediterráneo, los Reyes y sus hijas, Leonor y Sofía, decidieron despedirse de Mallorca ofreciendo una de las sesiones fotográficas más bonitas de los últimos años en uno de esos gestos que vende la belleza de la isla y que, de paso, remarca el idilio recién comenzado de Letizia con el archipiélago balear. El lugar, Son Marroig, catalogada como Bien de Interés Cultural [vea aquí las imágenes] y visita obligada para residentes y turistas y ayer fue foco de atención nacional e internacional, no en vano, fotógrafos de diversos países europeos acudieron a la cita.

Hizo calor, y eso que casi no había amanecido. A las once de la mañana, el Jefe del Estado y su familia ponían fin a sus vacaciones públicas en la isla. Antes, y por espacio de una hora, conocieron de primera mano la historia de Son Marroig. Tenían un guía de lujo, José María Sevilla, marido de Isabel Ribas Vives, hija del pintor Antoni Ribas Prats y actual propietaria. Junto a él, y un ambiente más privado y sin fotografías, recorrieron también el monasterio de Miramar. “Nos sentimos muy orgullos y complacidos con esta visita. Es cierto que les ha gustado todo pero han mostrado muchísimo interés por la figura de Ramon Llull”, contó Sevilla después.

La logia de Son Marroig, la balconada desde la que los Reyes y sus hijas posaron también para los gráficos, fue uno de los espacios que, en palabras de José María Sevilla, más impactó a la Familia Real durante su paseo. Un recorrido que incluyó la tradicional instantánea en el templete de mármol de Carrara, donde semanas atrás había contraído matrimonio el futbolista alemán Mario Götze; contrastes de la vida.

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Decíamos que hizo calor y que el sol, que siempre dio de cara a Felipe, Letizia, Leonor y Sofía, complicó algo los gestos. Manos en la frente, a modo de visera y una “huída” real. En el momento en el que se invitó a los periodistas a abandonar la finca, la Reina se unió a ellos buscando la sombra y el aire acondicionado del interior.

La princesa Leonor, con un vestido de Massimo Dutti de lino en azul denim, y la infanta Sofía, de blanco ibicenco con sello Mango, hicieron más guiños a las islas con sus zapatos: aubarques para la primera y espardenyes la segunda. Pelo suelto -que no al viento- y mucha complicidad con su madre. La Reina, vestido (otra vez) corte midi, botonadura frontal dorada y cordón a modo de cinturón. Lo más comentado, su apuesta por el bolso en roba de llengües.

“Conozco muy bien la historia del Arxiduc y, por supuesto, había visitado Son Marroig antes”, dijo el Rey. Fue el punto final. Un adiós a Mallorca con Lluís Salvador de Austria y la emperatriz Sissi como telón de fondo.

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