Hay tesoros que se encuentran sin mapa, incluso sin buscarlos. Eso es lo que les pasó a Xisca Gibert y Joan Bonet, que aseguran que desde hace tres semanas su vida "es una locura". Aunque todo empezara mucho antes, más de un año atrás. "Un día fuimos a una finca de mi familia, que era de mi abuelo, en Artá. Encontramos guardados allí un montón de sacos. Antes se utilizaban en el campo para proteger el grano de las aves", cuenta Joan, que matiza que tenía una relación muy estrecha con su abuelo. Así, de repente, este material se convirtió en su tesoro: "Había muchísimos, y nos preguntamos qué podíamos hacer con ellos. Empezamos a limpiarlos y desinfectarlos manualmente. Después los planchamos. Y poco a poco fluyeron las ideas".

Lo primero que hicieron fue un puf, el producto que más venden aunque también sea el más caro. Y una cosa llevó a la otra. Empezaron con los cojines, luego con una especie de bolsas que pueden utilizarse como neceseres, también llegaron los caminos de mesa. Lo hacían para ellos, de puertas para dentro. Hasta que un día, un amigo italiano de Joan le encargó los cojines para las sillas exteriores de su restaurante de Artà. "Nos pusimos a ello e hicimos casi 30 cojines. Este bar está situado en la plaza del Mercat, por donde pasa todo el mundo. Un día fui a tomar el café y había una señora inglesa que se enamoró de los cojines. Y dijo, en inglés: Cool!. Ese cool me quedó grabado, y de aquí surgió el nombre de la marca. Sabemos que un cul de sac es una calle sin salida, así que intentamos jugar un poco con el sentido en inglés de la palabra". Como se apuntaba al principio, hay que saber escuchar.

Xisca es profesora y ha trabajado mucho tiempo de diseñadora de interiores. Ella es la que corta y cose los sacos. Son sus manos las que convierten en algo útil y bonito este material que se cruzó en sus vidas por sorpresa y al que han sabido encontrar una salida. Hay que saber imaginar. "Creo que el resultado desprende una mezcla entre modernidad y tradición. Este material es atemporal, encaja en cualquier lugar". Además, asegura que coser los sacos le relaja mucho, "es casi una terapia". Por eso, y porque es "más tímida", es Joan quien se encarga de dar a conocer la marca. "Yo soy patrón. Supongo que por eso me gusta más hablar con la gente", apunta.

"No nos planteamos el futuro de la firma, porque prácticamente acabamos de empezar, comenta Xisca. Su página web está en el horno, pero no sopesan ofrecer venta online, porque "de momento" quieren centrarse en la venta en tiendas físicas. "La web será un catálogo de los diferentes productos que tenemos. Pero para pedirlos tendrán que ponerse en contacto con la tienda que les caiga más cerca", explican. De esta manera, pueden administrar mejor su tiempo y producir de una manera más organizada. Avanzan con pies de plomo, pero pronto ya se habrán colado en muchas casas de la isla.