Una de las bondades del espíritu navideño es que toda la familia esté unida en estas fechas tan señaladas y los manteles suelen ser el lugar de reunión por antonomasia. Sopa de galets, lechona, marisco, patés, jamón, turrones, mantecados, polvorones... Los productos de origen animal reinan en las mesas en Nochebuena y en Navidad pero ¿es posible mantener esta unidad familiar si una parte de los comensales es vegana? Sí, es posible. Macarena Llull y Carles Pons lo son y su pequeña Ona, también. Igual que Kathy Laughlin, Miguel Charcos y su hijo Alejandro. Estas familias relatan cómo es pasar unas Navidades veganas.

"En estas fiestas, la mayoría de los productos están muy relacionados con los animales. Todo parece que tiene carne y el principal reto es buscar una sustitución", admite Macarena Llull, que suma nueve navidades veganas. Ahora todo fluye de manera natural. Atrás quedan aquellas primeras bromas de familiares de "no mires que ahora llega la lechona". "No necesariamente todo se puede sustituir", asegura, pero destaca que con el paso de los años la familia del veganismo ha ido encontrando alternativas que hacen más fácil poder degustar productos típicamente navideños. "Ahora es fácil en un supermercado encontrar polvorones con aceite de oliva, antes era más complicado. También hay turrones. Desde hace unos cinco años estos productos aptos para veganos se han ido generalizando", sentencia.

Sus familias, explican, han ido adaptando los menús navideños. Así, cuentan, la tradicional sopa de galets es fácilmente sustituible por la misma pasta pero sin huevo, además se puede simular la carne picada con soja texturizada y si se opta por un caldo de verduras, ya se logra el tradicional plato al estilo vegano.

Un equivalente

"La lechona tiene difícil sustitución pero se busca un equivalente, por ejemplo, un seitán relleno de fruta, frutos secos y verduras acompañado por una salsa y unas patatas al horno. Se trata de sustituir el producto animal por un equivalente. Es verdad que los platos no son 100% típicos pero nosotros ya vamos creando nuestra propia tradición, nuestros platos navideños", relatan Macarena Llull y Carlos Pons.

En casa, prosiguen, las dos gastronomías pueden convivir a la perfección pero ya domina lo vegano. "Generalmente hay un picoteo con mucha variedad vegana aunque algunos comensales optan por el jamón siempre hay un surtido de patés veganos. Eso sí, los platos principales suelen ser veganos para todo el mundo. Quien suele cocinar es mi padre y lo que al principio era una cuestión de práctica para evitar tener que hacer dos platos, ahora le ha cogido el gusto a eso de investigar cómo condimentar los platos veganos", reconoce Llull. Y si de primero se sirve una sopa de galets, el segundo plato puede ser, por ejemplo, un seitán con salsa de ciruelas. De postre, se sirve un bizcocho o un surtido navideño, eso sí, apto para veganos.

El día de Navidad, prosigue, suelen salir a comer fuera con la familia. Ahí cada uno tiene para elegir el plato que más le apetezca. "La condición es elegir un restaurante donde podamos comer bien, no la típica ensalada", reconoce Llull.

"No es difícil encontrar un restaurante con platos veganos", mantienen estas familias que aseguran que desde hace dos o tres años los establecimientos se han actualizado y en sus cartas lucen tres o cuatro platos muy elaborados aptos para ellos. "Al final, la gente acaba probando tu plato. Pura curiosidad", coinciden. Un factor que ha influido es el turismo. "La llegada de familias veganas inglesas y alemanas se ha notado. Eso ha obligado a los restaurantes a actualizarse. Ahora uno puede encontrar lasañas, hamburguesas o croquetas veganas a precios populares", desgrana Pons.

Primera Navidad vegana

En cambio, para Kathy Laughlin y Miguel Charcos la del año pasado fue la primera Navidad vegana. La pasaron en Alicante con la familia de Miguel y optaron por una paella vegana de lo más gustosa. Evidentemente al ser las primeras, hubo preguntas, sobre todo, por parte de aquellos familiares que llevas mucho tiempo sin ver. Ahora la celebrarán aquí con la familia de Kathy. Son de Venezuela. Su madre es vegetariana y como es la cocinera, su padre y su hermano han reducido el consumo de productos animales. Antes éramos vegetarianos y nunca ha sido un conflicto. "En Venezuela la comida típica navideña son las hallacas y se sustituye la carne por verduras y la manteca por aceite", pone un ejemplo.

Pero el veganismo va más allá de la gastronomía. También influye a la hora de los regalos. Por ejemplo, la típica granja de animales o un cuento sobre los animales de un zoo no son aptos para una familia vegana. "La idea es excluir de nuestra vida todo lo que equivalga a explotar animales. Así que granjas y zoos quedan excluidos como regalos. La gente lo hace con toda su buena fe y regala a los niños el típico cuento sobre la granja. Buscamos libros y juguetes que les enseñen la naturaleza, los animales en un contexto de libertad", argumenta Llull.

"El juguete favorito de Alejandro es un conjunto de animales. Repite todos los ruidos pero les enseñamos estos animales en un contexto de libertad", añade Laughlin. "Exacto. Los niños no deben pensar que un elefante está en un zoo, un elefante es libre", resume Llull. ¿Y para los mayores? La misma filosofía. "Si mi hermana me pide un perfume, ya sabe que miraré uno de origen vegetal. Si buscas, encuentras. Además es una manera de hacer activismo. Nosotros no contribuimos al consumo de animales ni en nuestra casa ni a la hora de hacer regalos a los demás", explica Llull.

Pero si descorchamos el tema de amigos invisibles, las cenas de empresa y las cestas, no es oro todo lo que reluce. Macarena Llull sí tiene suerte. Trabaja en un centro médico y "desde el minuto cero" la han respetado. Cuenta que en la cena de empresa desde la picada hasta el postre ha sido vegano. "Estoy encantada", admite. En el caso de la cesta navideña, igual. "Desde el primer año, la cesta fue vegana. Unos años me dan un vale para que me haga mi propia cesta en la tienda Lo vegano y otros me regalan productos veganos", detalla.

"Lo más difícil son las cenas de empresa. Es lo más complicado", interrumpe Carlos Pons. "Es dónde normalmente no te tienen en cuenta porque lo normal es optar por sitios donde sirven lechonas o pizzerías. Nosotros somos muy comprensivos y no exigimos demasiado", recuerda de experiencias pasadas.