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Redes

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Las redes cerebrales se consideran hoy día los correlatos neuronales que mejor expresan lo que es un pensamiento. Si en su día los frenólogos hablaron de ciertas regiones del cerebro que se encargaban de cada actividad cognitiva, desde el lenguaje a las emociones, y el advenimiento de las técnicas de neuroimagen (como la resonancia magnética) recuperaron hasta cierto punto esa idea, semejante forma de ver las cosas ha cambiado por completo. Ahora estamos seguros de que es la actividad coordinada de numerosos grupos de neuronas que pueden encontrarse muy apartados entre sí la que genera el pensamiento, formando una red.

De tal forma se ha podido dar una respuesta, al menos parcial, al problema filosófico del dualismo que puso de manifiesto Descartes al separar la mente del cerebro sin dejar claro de qué manera podrían relacionarse. El trabajo de neurocientíficos como Rodolfo Llinás ha dado la mejor respuesta: la mente es un estado funcional del cerebro, y la manera como funciona éste es por medio del establecimiento de reder neuronales. El problema consiste ahora en cómo detectar tales redes.

La velocidad a la que se forman y disuelven las redes de neuronas es enorme, tan grande como lo es su traducción mental, el vuelo de nuestros pensamientos. Para identificarlas cabe introducir electrodos en distintas partes del cerebro comprobando en tiempo real si se activan y descativan a la vez (cosa que pone de manifiesto que se están comunicando, es decir, que forman parte de una red). Pero, por razones obvias, eso no puede hacerse con seres humanos. Así que hay que utilizar algoritmos que, a través de los datos recogidos mediante neuroimagen, recrean un modelo de la red que se supone que está activa. Así se detectó en el año 2001 por parte del neurólogo de la universidad de Washinton en Saint Louis (Missouri, Estados Unidos) Marcus Raichle y colaboradores la llamada Default Mode Network (red por defecto), que se encuentra activa cuando nos encontramos relajados, sin hacer nada en concreto, pero despiertos.

Un artículo publicado en la revista Nature por Nima Dehmamy, investigadora del Center for Complex Network Research de la Northeastern University en Boston (Estados Unidos), y colaboradores pone de manifiesto un problema en los modelos corrientes de redes neuronales. Las redes, los nodos y los enlaces son objetos físicos que no pueden cruzarse o superponerse entre sí, cosa que los algoritmos destinados a calcular esos circuitos del cerebro no tienen en cuenta. El nuevo marco desarrollado por Dehmany y colaboradores tiene en cuenta los tamaños físicos de los nodos y los enlaces, cosa que permite precisar mejor cuál es la geometría real de la red. Es un paso más hacia la comprensión de la manera en que funciona el cerebro. Aunque, de momento, seamos incapaces de explicar en detalle cómo se genera incluso el más simple de nuestros pensamientos.

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