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Christine Figenner, investigadora del departamento de Oceanografía en la Texas A&M University (Estados Unidos) ha publicado una reflexión bien interesante en la sección World View de la revista Nature. Como cuenta la autora, tres años atrás subió a Internet un vídeo que había grabado mientras recogía datos para su tesis doctoral -sobre las tácticas reproductivas de la tortuga marina Epidochelys olivácea- en las aguas de Costa Rica. El equipo al que pertenecía Figgener se topó con una tortuga que tenía una especie de mejillón metido en el orificio nasal, taponándolo. Al retirarlo, los investigadores descubrieron que se trataba en realidad de una pajita de plástico de las que se utilizan para sorber líquidos. En el video se ve que costó dios y ayuda sacarle el plástico de la nariz a la pobre tortuga, que se retorcía de dolor y sangraba por mucho cuidado que se pusiera en la operación; más de cinco minutos tardaron los biólogos marinos en retirar por completo la pajita, que resultó medir nada menos que diez centímetros. La filmación del proceso aparece en la página web www.youtube.com/watch?v=4wH878t78bw, y hay que advertir que es un tanto angustiosa „aunque nada, como es obvio, en comparación con las imágenes de los niños africanos desnutridos.

Figgener -quien a día de hoy no ha defendido aún su tesis- se refiere en el artículo de Nature en el que narra el episodio al impacto enorme obtenido por el vídeo: más de 33 millones de reproducciones en los tres años que lleva colgado de la red. Semejante éxito llevó a que la doctoranda fuese reclamada en foros de todo el mundo para hablar de los peligros de la contaminación de los mares por los residuos de plástico. Es más; la revista Time la incluyó, para su asombro, entre los líderes de la nueva generación de 2018. Y todo eso teniendo en cuenta que, como apunta la autora, la defensa del ecosistema no supone su línea de investigación principal ni mucho menos. Pero semejante popularidad impulsó a Figgener, poco después de subir a la red el vídeo, a publicar un artículo científico sobre la paja y la tortuga en la revista especializada Marine Turtle Newsletter que cuenta, como es habitual, con un sistema de revisión de los manuscritos. La autora se pregunta si cabe comparar los posibles lectores, apenas unos pocos centenares, imagina, del artículo con los millones de accesos al vídeo.

Cosa que plantea un dilema aún por resolver. ¿Qué es mejor, divulgar la ciencia en los medios de masa, pese a la seguridad de que el mensaje se verá distorsionado, o mantenerlo sujeto a las normas académicas a costa de que su impacto sea muy bajo? Depende, claro es, de lo que se busque. Pero aún recuerdo que nuestras investigaciones del grupo Evocog en la UIB sobre el cerebro humano apenas interesaron a nadie hasta que se hicieron eco de sus hallazgos en el programa de humor de Canal + que se llamaba algo así como Las noticias del guiñol.

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