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Evidencias de la vida

Evidencias de la vida

Sabemos cómo ha tenido lugar la evolución de la vida gracias a los fósiles, que en sentido estricto son partes del organismo en las que las moléculas orgánicas han sido sustituidas por minerales. Como se sabe, muy pocos organismos se fosilizan y aún menos de esos fósiles logran encontrarse. Pero la cantidad de seres que han existido alguna vez es tan ingente que nos resulta hasta familiar la estampa, como parte de una roca, de animales que vivieron hace más de 500 millones de años como, por ejemplo, los trilobites del Cámbrico. Se venden por doquier en casi cualquiera de las tiendas de los museos de historia natural.

Sin embargo, la vida apareció en la Tierra mucho antes de la explosión de una multitud de nuevos organismos que tuvo lugar en el Cámbrico. Las estimaciones más comunes sostienen que esos primeros organismos tendrían cerca de 3.500 millones de años; apenás mil millones después de la formación de nuestro planeta, es decir, cuando su temperatura había descendido lo suficiente como para permitir la existencia de moléculas orgánicas. Pero, si no hay fósiles de aquella época, ¿cómo se sabe que existieron seres vivos entonces?

En un sentido relajado, también se consideran fósiles los indicios de la actividad vital, ya sean excrementos, modificaciones del entorno o, en el caso de los seres humanos, herramientas talladas en piedra. El ejemplo más asntiguo de tales indicios puede que sean los estromatolitos, unos residuos de minerales —carbonatos— produidos por la actividad de fotosíntesis de las cianobacterias, los microbios que se supone que pudieron ser de los primeros organismos del planeta —y, ya que estamos, los responsables de cambiar la atmósfera de la Tierra gracias a la liberación de oxígeno que produce la fotosíntesis. Como los estromatolitos son relativamente grandes, pueden localizarse a simple vista. Y siguen apareciendo incluso hoy.

Los estromatolitos más antiguos que se conocían eran los de la formación geológica Dresser de Pilbara (Australia), con poco menos de 3.500 millones de años, y fueron la referencia para establecer el momento de la aparición de la vida en el planeta. Hasta que, hace un par de años, Allen Nutman, geoquímico de la School of Earth & Environmental Sciences de la universidad de Wolllongwong (Australia), y sus colaboradores comunicaron en la revista Nature el hallazgo de otros aún más antiguos, de 3.700 millones de años, en el cinturón de rocas verdes de Isua (Groenlandia). Las dudas expresadas ahora por los científicos que descrubrieron los fósiles de Pilbara se dirigen hacia el carácter de las estructuras de Isua. ¿Estromatolitos o deposiciones que tienen esa forma pero por causas no biológicas? La polémica ha sido calificada de guerra por el fósil más antiguo. A mí me parece más un ejemplo de lo mucho que sabemos y lo aún más que ignoramos acerca de esa especie de milagro que es la vida.

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