Por la Carretera Militar de s'Arenal desfila un goteo continuo de gente que hace parada en el local de la familia Munar-Sastre para comprar buñuelos. Cada día, desde el mes de septiembre hasta el próximo noviembre incluido, abren la barrera del número 147 para ofrecer esta pasta frita típica del otoño mallorquín, también tradicional en tierras catalanas y valencianas con sus variantes propias, que se sirve normalmente acompañada con azúcar o miel.

Pere Munar se encarga de cocer, triturar y pastar los tubérculos, junto con los huevos, la harina y la levadura. Recuerda que empezaron a elaborarlos hace unos 40 años: "Primero comenzó mi abuela, na Margalida Campanera, junto a mi madre, Antònia Duran. De ellas, hemos heredado la receta, en la que además de patata hay moniato y en la que usamos tanto la clara como la yema del huevo. Cabe decir que para nuestra fórmula, es muy importante que el moniato sea blanco, ya que el rojo absorbe demasiada agua". Munar comenta, además, que su abuela también le remarcó que tenía que tupar (golpear) bien la pasta para que los buñuelos queden esponjosos. También apuntan que para hacer unos buñuelos ricos se necesitan unos buenos ingredientes y paciencia para que la pasta fermente. Después de unas horas, se pasan a freír en una paella grande con aceite caliente donde, antes de soltarlos, se les da la forma redonda y su agujero central inconfundible.

La hermana de Pere y su exmujer cogieron el relevo de su madre y abuela hace casi 30 años, y él y su cuñado Llorenç se unieron al equipo hará unos 8 años. Desde entonces, abren su local de lunes a viernes a partir de las cuatro y media de la tarde hasta las ocho de la noche; mientras que los sábados y domingos empiezan por la mañana, sobre las nueve y media, hasta las ocho de la noche.

Los parroquianos que atienden proceden de localidades de toda la isla, no solo de s'Arenal o de Llucmajor: "Hay un señor de Sant Joan que se desplaza a propósito para comprarlos, según nos ha explicado -relata Munar- su padre solo quiere comer los que hacemos aquí. También tenemos otro cliente que antiguamente trabajaba en un hotel de la zona y que viene a ses Cadenes desde el Port de Sóller para degustarlos".