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Con Ciencia

Ecosistema bien apacentado

Ecosistema bien apacentado

Puede que alguno de los alumnos que asistieron a mis clases en la UIB recuerden que ponía el ejemplo de la isla Royale (Michigan, Estados Unidos) para ilustrar cómo, además de resolverse allí un problema adaptativo de altura, la solución dio paso al concepto central de la ciencia emergente de la ecología: el del ecosistema bien apacentado.

Durante décadas, los alces fueron esquilmando la vegetación en Royale hasta agotarla; cada vez que siucedía eso le seguía una mortandad enorme de bóvidos y su casi desaparición permitía a los árboles recuperarse. Se multiplicaban de nuevo, así, los alces para iniciar uno más de los muchos ciclos de vaivenes de población que podrían haber acabado con los abetos, con los alces o con todos ellos. Pero a mitad del siglo veinte llegaron a la isla dos lobos nadando y la suma de predadores, presas y vegetales alcanzó un equilibro notable. El sistema se había vuelto bien apacentado. Siguieron llegando, poco a poco, nuevas inmigraciones de lobos que lograron mantener ese equilibro en pie.

Con el paso del tiempo, factores como la endogamia han llevado a que el modelo de adaptación coordinada se vea amenazado. Creo recordar que dediqué el año pasado una de estas columnas a la pareja de lobos que había logrado sobrevivir hasta este momento. Pues bien, la revista Science ha publicado un reportaje de Chirstine Mlot, experta en la observación y segimiento de los lobos de Royale, que indica cómo el National Park Service de los Estados Unidos va a emprender un experimento, esta vez planificado, introduciendo de nuevo lobos de manera paulatina en Royale.

Se han elegido ejemplares de distintas procedencias para poder estudiar la manera como van a comportarse aquellos que jamás se han visto antes frente a un alce. Se trata de uno de los aspectos más anecdóticos de un programa muy amplio de investigación que se plantea estudiar hasta qué punto son ciertas las hipótesis, de trasfondo bien darwiniano, que sostienen que los lobos dan caza a los ejemplares de alce enfermos o viejos. Para ello, los técnicos del National Park Service llevarán a cabo un rastreo de presas y predadores mediante emisores de GPS que permitirán precisar sus movimientos.

Como los experimentos son, en la ciencia de la ecología, muy inhabituales —los ecólogos radicales objetarían incluso el hecho de realizarlos— el nuevo en la isla Royale puede enseñarnos mucho acerca de la manera como se equilibran y desequilibran los ecosistemas. Pero del reportaje de Mlot lo que me ha llamado más la atención es una frase que ella recoge de John Vucetich, biólogo de la Michigan Technological University en Houghton. Por lo que hace a los ecosistemas, asegura Vucetich —no sé si con fe o con nostalgia—, las cosas más importantes son inherentemente impredecibles. Habrá que esperar décadas para comprobar lo que sucede. Y mucho me temo que no veré el resultado.

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