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Pensamientos

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Una monografía dedicada en 2013 por la revista Science al estudio científico de la conectividad cerebral situó el análisis de la dinámica de redes neuronales como uno de los objetivos principales de la tarea de entender el funcionamiento del cerebro humano. La actividad de nuestras mentes, lo que llamamos pensamientos, es el resultado de la creación instantánea y fugaz de conexiones entre neuronas muy apartadas dentro del cerebro, es decir, de la formación de redes neuronales. Los neurocientíficos están convencidos de que es así, de que cada estado mental se corresponde con un estado cerebral en forma de red que va cambiando con el tiempo tan rápido como lo hacen los propios pensamientos. Pero lo difícil es identificar tales redes o, dicho de otro modo, detectar qué regiones cerebrales "dialogan" entre sí activándose y desactivándose a la vez mediantes encendidos y apagados de su actividad neuronal que se suceden cada pocos milisegundos.

La forma más directa de comprobar si una determinada región cerebral está activada consiste en introducir en el cerebro un electrodo que llegue hasta ella. Como las neuronas se comunican mediante enlaces químicos por medio de las sinapsis, pero su actividad post-sináptica „el flujo de la información tras recibir los neurotransmisores„ crea una corriente eléctrica que se desplaza dentro del cuerpo neuronal, cabe detectar esa actividad eléctrica. No obstante, son muy raros los casos en los que se dan los motivos clínicos necesarios para insertar tales electrodos. Uno de ellos es el de la instalación quirúrgica, en enfermos de eplipepsia, de una manta de sensores en contacto directo con la superficie de la corteza cerebral. Pero en los demás casos el análisis del funcionamiento del cerebro hay que hacerlo mediante métodos no invasivos. Y el principal problema del más cómun de ellos, el de la resonancia magnética funcional (fMRI) es que tarda cerca de un segundo en obtener el "retrato" de las regiones activadas. En un segundo, los pensamientos pueden haber cambiado decenas de veces.

La revista Nature acaba de publicar un reportaje de Giorgia Guglielmi, periodista científica, acerca de una proteina fluorescente que brilla cuando la neurona activa su impulso eléctrico. La ha descubierto el laboratorio de Adam Cohen en la universidad de Harvard (Masachusets, Estados Unidos) y abre un nuevo camino a la identificación de la actividad neuronal. La mala noticia es que, de momento, dicho brillo sólo se puede observar mediante el micoroscopio, cosa que limita el estudio a los animales de experimentación sacrificados. Detectar los correlatos cerebrales del pensamiento humano sigue dependiendo de la identificación de la actividad eléctrica de las neuronas mediante electroencefalografía (EEG), o de la actividad magnética asociada a cualquier corriente eléctrica mediante magnetoencefalografía (MEG), muy rápidas ambas pero, ¡ay!, limitadas casi sólo a la actividad de la corteza. El estudio científico de los pensamientos se nos sigue escapando.

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