Este verano está siendo un año astronómicamente interesante tanto para expertos como para aficionados. Si a principios de agosto se pudo disfrutar de un eclipse total de Luna, con una Luna de Sangre y con el planeta Marte en su punto más cercano a la Tierra, este fin de semana la luna nueva permitió observar sin muchas complicaciones la lluvia de perseidas.

Su punto álgido ha sido la madrugada de este lunes pero las actividades del Institut Mallorquí de Ciències de l'Espai (IMCE) para observar las populares Lágrimas de San Lorenzo empezaron la noche del viernes en las casas del Galatzó (Calvià), si bien la meteorología no permitió que se pudieran ver a la perfección, ya que las nubes taparon el cielo a intervalos y solo quienes tuvieron paciencia pudieron ver algunas perseidas ya de madrugada.

El sábado, pese a la lluvia y tormenta de la tarde, el cielo se despejó al atardecer. El Castell de Bellver se convirtió en el segundo escenario escogido por el IMCE para disfrutar de la lluvia de perseidas e introducir a los curiosos en la astronomía. Un evento que reunió a 250 personas y que agotó las entradas días antes.

La noche empezó con una introducción a la lluvia de estrellas y una explicación de las constelaciones de verano. Las actividades empezaron puntualmente, a las ocho de la tarde, y se repitieron cada 30 minutos, organizadas para grupos reducidos para mayor disfrute de los participantes.

Según el presidente del IMCE, Lluc Mas, el objetivo de la velada era proporcionar "una formación previa" a los asistentes para que "conozcan el cielo y sus constelaciones y sepan dónde mirar" para apreciar la lluvia de estrellas. Mas fue precisamente el encargado de una de las actividades; con un proyector instalado en el Patio de Armas del castillo, el presidente del Instituto realizó una introducción a la localización de constelaciones "para conocer lo que vemos, pero también lo que no vemos" y saber cómo cambia el cielo a lo largo de la noche y del año.

Otra de las propuestas fue una explicación física del fenómeno de las perseidas, con una breve referencia a la mitología que le da el nombre con la explicación del mito de Perseo.

Sin embargo, fue el planetario móvil instalado en la sala de audiencias lo que arrancó las primeras exclamaciones de la noche. En él, otra de las especialistas del IMCE adelantó lo que los asistentes podrían ver ese fin de semana, con una explicación del cielo y las constelaciones; en el planetario hinchable también se mostraron a los asistentes la localización y las fotografías de algunas nebulosas, nuestra galaxia vecina Andrómeda y planetas como Marte o Saturno.

Al finalizar las actividades teóricas y de interior, fuera del castillo ya estaba anocheciendo y alrededor de las diez de la noche el vicepresidente del IMCE, Pep Forteza, empezó el Stargazing, una explicación a simple vista del cielo en la que señaló con un puntero láser algunas estrellas y constelaciones, como la Osa Mayor, el Triángulo de Verano o la estrella Polar. Mientras, los asistentes hacían cola para observar de cerca a través de dos telescopios Saturno y Júpiter.

Al finalizar, los asistentes aprovecharon para cenar antes de tumbarse sobre esterillas para poder observar pacientemente el cielo en busca de la lluvia de estrellas. Algunos eligieron el interior del castillo para la observación del cielo, pero también hubo quienes buscaron por la zona un punto más oscuro, adentrándose en el bosque de Bellver.

La elección del castillo como lugar de observación buscaba, según Mas, demostrar que "desde cualquier punto se puede hacer astronomía, incluso en Palma" si se tienen ciertos conocimientos básicos, aunque también tenía un punto de crítica y buscaba "concienciar" a los asistentes de la contaminación lumínica de la ciudad.

A las actividades acudieron personas de todas las edades, desde parejas buscando "una noche más romántica", como Raúl Estarellas y Marga Martín, hasta familias enteras que incluían niños, padres y abuelos, como los Viver-Thomàs. El padre de familia, Albert, disfrutó de la explicación del cielo de verano y las constelaciones ya que "no sé nada del cielo y ahora han levantado mi curiosidad y también la de los niños, eso es importante". Y aunque sus hijos Lara (11) y Andreu (7) le daban la razón, para ellos lo más divertido fue ver los planetas desde los telescopios. "Saturno era pequeñito, porque está muy lejos, pero se veían los anillos", explicaba Andreu entusiasmado.

Con estas actividades, el IMCE busca precisamente "divulgar la labor científica en la isla y crear vocación". Los menores de 14 años tenían acceso gratuito a las actividades y eran ellos precisamente los más entusiastas. Poder entrar en un planetario y la observación desde los telescopios fueron las atracciones favoritas de los más jóvenes, que esa noche hicieron gala de su paciencia, ya que ninguno se olvidaba de los deseos que querían pedirle a las estrellas fugaces. Jan Horta, de ocho años, quería "ir de viaje a Disneyland"; el pequeño Marc Crespí, de casi seis años, quería que llegara su cumpleaños ya "para crecer rápido y poder ir en la moto con papá" y una de las más aventureras, Anna Ferrer de ocho años, quería "viajar de verdad a Marte" algún día.

Y aunque los hubo que cayeron rendidos al cansancio, algunos afortunados pudieron ver las perseidas ya entrada la madrugada.