Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Salud

Testigos de cargo

No sabemos por qué los testículos, imprescindibles para la reproducción, están expuestos y son vulnerables

Testigos de cargo

Si hubiéramos nombrado las gónadas masculinas con la palabra griega las llamaríamos orchéis. De ahí viene orquitis, su inflamación. Los llamamos testículos, una palabra llena de significación, pues deriva de testis, testigo. Se pensaba que lo era de la virilidad. En griego orchéis no deriva de testigo, que se dice mártyras, de ahí mártir, esta vez testigo de la fe en Cristo. Testifica, para los griegos de la eternidad del alma, para los romanos, de los genes.

No tiene lógica aparente que en los mamíferos masculinos los órganos imprescindibles para la supervivencia de la especie cuelguen vulnerables bajo el abdomen. En las hembras se refugian en su interior, protegidos por la grasa, el músculo y las tripas. En los testículos fabricamos hormonas y espermatozoides. Los espermatozoides los producen unas células que tapizan los túbulos contorneados que forma el testículo. En los espacios entre los túbulos hay otras células que secretan hormonas, andrógenos y, sobre todo, testosterona. Esta última es la responsable de los caracteres sexuales y del comportamiento sexual, al menos en los animales. Además, estimula la espermatogénesis. Los testículos están regidos por el cerebro, como casi todas las glándulas. Todo comienza en el hipotálamo, allí se segrega una hormona que actúa sobre la pituitaria. Ésta, en respuesta, produce dos hormonas, una que estimula los folículos para que produzcan espermatozoides y es la que hace aumentar la talla de los testículos; otra que activa la producción de testosterona. En las hembras, la hormona estimulante de folículos acelera la madurez de óvulos, pues nacen ya con ellos, y la otra produce la ovulación. Hay todo un mecanismo de regulación por el cual el hipotálamo recibe información sobre el funcionamiento de las gónadas y actúa en consecuencia estimulando o frenando la secreción de las hormonas de la hipófisis o pituitaria.

El tamaño de los testículos se relaciona con la capacidad secretora, por debajo de un dintel, unos 10 cm de largo, la producción de espermatozoides puede ser insuficiente. Por tanto, desde ese punto de vista, los testículos son un buen indicador de la salud reproductora del macho, testigos de su capacidad para procrear.

En la naturaleza, las hembras eligen casi siempre. Los machos hacen esfuerzos para mostrar su bondad biológica gastando energía extra en adornos que demuestren su salud, su riqueza. De ahí la melena del león o la cola del pavo real. También esa exhibición sirve para ahuyentar a otros machos, como lo hacen los cuernos a veces excesivos e incómodos. ¿Ha sido una estrategia de los mamíferos, en su cruda competición por la hembra en celo, el mostrar los testículos tanto a las hembras, para hacerse atractivos, como a los machos, para imponer su poder?

La teoría más extendida es que los testículos se alojan en las bolsas escrotales, ventilados, para evitar la temperatura del abdomen que dificulta la espermatogénesis. Los estudios demuestran que 36º es la temperatura ideal. Por debajo y por encima las cosas no funcionan tan bien. Por eso, cuando hace frío, se activa el músculo que contrae y eleva el escroto para acercar los testículos a la ingle y gozar del calor que de allí se desprende.

Hay otro momento en el que ese músculo se contrae: es el momento previo a la eyaculación. Es interesante lo que ocurre en el sistema nervioso autónomo, aquel que regula de forma involuntaria tantas funciones: el ritmo del corazón, la frecuencia respiratoria, la tensión arterial€ Está compuesto de dos sistemas aparentemente antagónicos: simpático y parasimpático. Pues el segundo, regido por el vago, produce la dilatación de los vasos del pene y su consiguiente turgencia, condición necesaria para la penetración. La flacidez habitual del pene es una buena estrategia biológica porque mantenerlo enhiesto permanentemente, se denomina priapismo, tiene un coste energético grande además de muchos riesgos. En la eyaculación se produce una descarga simpática. Por tanto, ambos sistemas colaboran, como lo hacen en tantas otras circunstancias. Una estimulación de ambos sistemas produce un estado de alerta relajado, de completo dominio sobre el medio y uno mismo. Es el eustrés. Sin embargo, si el parasimpático está inhibido y estimulado el simpático, se produce ansiedad, pérdida de control: el distrés. La estimulación del parasimpático e inhibición del simpático es el estado de relajación que se puede activar mediante la respiración profunda y sosegada.

Volviendo a la contracción del escroto previa a la eyaculación, tiene una función: elevar la temperatura y facilitar la maduración de los espermatozoides que inician su viaje fecundador.

Los testículos, en la embriogénesis, se forman en el abdomen. Desde allí descienden por un conducto a las bolsas escrotales, algo que comprueban los pediatras. En algunos mamíferos, como en los elefantes, ocurre un fenómeno curioso. Los genes que ordenan su descenso están desactivados. De ello se puede colegir que en sus ancestros sí descendían, por tanto, es una evolución. Y, evidentemente, alojados en el abdomen funcionan. No sabemos por qué ocurre esto. Tampoco si los testículos son visibles para ser testigos de la virilidad, para estar ventilados o por nada de eso.

Compartir el artículo

stats