La Familia Real disfruta de sus vacaciones en la isla. En la calurosa mañana de ayer las dos reinas salieron a pasear por el centro de Palma junto a la Princesa de Asturias y la infanta Sofía regalando al verano mallorquín una estampa poco usual. Una de las paradas fue el Mercat de l'Olivar, donde visitaron la zona de pescadería. La Reina Letizia se interesó por los preciados raors y la pescadera le explicó que aún no estamos en temporada ya que la veda para la pesca de este pez por excelencia de las aguas mallorquinas se levanta el 1 de septiembre. Además de los raors, mostró curiosidad por la mussola y el gató aunque no compraron ninguna pieza. Lo que sí adquirieron las reinas fue unos décimos de lotería.

Como cada día, el vendedor Bernardo Morro se paseaba por el mercado repartiendo suerte cuando se percató de la presencia de las dos reinas que disfrutaban del ambiente más tradicional que ofrece el Mercat de l'Olivar. Morro, avergonzado, se dirigió a doña Sofía y le preguntó si quería un décimo, algo que captó la atención de la Reina Letizia que también quiso probar suerte con el número 53025 y compró otro décimo. "Espero que les toque", les deseó el vendedor, que les recordó que pensaran "en los pobres" en el caso de que tengan suerte en el sorteo de este sábado. Y como suele ocurrir cuando se trata de la lotería, la suerte llama a la suerte. Toque o no toque a la Familia Real, la reacción de los visitantes fue comprar el mismo número de las reinas. Así, Morro tuvo que pedir más décimos a la Administración número 13 de la calle dels Caputxins. Tal solo dos horas más tarde de la visita real, apenas le quedaban cupones con dicho número.

A primera hora de la mañana, la aparición de doña Sofía y doña Letizia sorprendió a los clientes habituales que no dudaron en inmortalizar su visita, igual que los turistas. Rodeadas de personal de seguridad y flashes, las cuatro se mostraron muy amables y sonrientes. El paseo dejó multitud de anécdotas. Y es que Pedro Torrens las quiso invitar a ostras ya que su hijo regenta uno de los puestos del mercado pero la reina emérita declinó la invitación porque "tenían que ir a casa". De todas formas, se mostraron muy agradecidas por el gesto. También se vivieron momentos de mucha emoción. La pescadera Juana Fuster confesó que tras la visita lloró diez minutos "por lo bien que se han portado. Me he emocionado mucho". Igual que Fuster, fueron muchos los habituales del Olivar que se alegraron de la visita real.

Doña Sofía, vestida con una veraniega blusa de tono azul-verdoso con motivos corales blancos, combatía las altas temperaturas del último día de julio con un mini ventilador. Y tras el rifirrafe entre reinas en la Misa de Pascua, abuela y nieta se mostraron de lo más cómplices. Paseo de la mano, tiernas miradas e, incluso, la Princesa de Asturias sujetaba la mano a doña Sofía para compartir un poco del aire fresco del diminuto ventilador. Ya por las céntricas calles de Palma, la reina emérita ejerció de abuela mostrándose de lo más cariñosa con sus nietas.

El blanco fue el color elegido en esta paseo matutino por el centro de Palma. La Reina Letizia lució unas bermudas de hilo blancos combinadas con una camiseta blanca y rosa. Además, se apuntó a la moda de los capazos ya que lucía la típica senalleta. La Princesa de Asturias vestía una camiseta blanca con unas bermudas de color caqui mientras que la infanta Sofía eligió el blanco con una camisa con detalles marinos.

Mientras el rey Felipe VI competía en la Copa del Rey Mapfre de vela, doña Letizia, doña Sofía y las dos niñas protagonizaron un paseo por el corazón de Palma, un paseo que empezó por el mercado ecológico de la Plaza de los Patines.