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Salud

El erotismo del buen salvaje

Los habitantes de las bocas de las cavernas disfrutaban del ´sexo civilizado´ lo mismo que el hombre actual

El erotismo del buen salvaje

No sé por qué algunos autores aseguran que siempre escriben la misma novela. Quizá tenga que ver con lo que dice Vargas Llosa: "Violencia, poder, erotismo y creación literaria son todos los temas en los que caben todos los temas". Me pregunto si el autor que escribe la misma novela es porque es inevitable que en toda novela estén los cuatro presentes, o quizá porque haya elegido uno como línea de trabajo, por ejemplo el erotismo. Sobre qué es el erotismo conversaron Vargas Llosa y Savater. Este último dijo que era la poetización del sexo, "lo único que tiene de malo es confundirlo con el amor". Fue cuando Vargas hizo esta reflexión: "El erotismo es civilización. El hombre primitivo hacía el amor como un animal".

Supongo que cuando decía esto Vargas Llosa en su imaginación veía a esos ´Homo´ primitivos que practican el sexo como los animales. Y su sorpresa al descubrir el placer de la postura cara a cara. Creo que se llama del misionero, será porque a la vez que atraían a los "salvajes" hacia la religión verdadera les enseñaban la postura que denota que ya no son eso, salvajes, sino civilizados.

La idea de salvaje, incluso del buen salvaje, creía que había desaparecido de la mente de las personas instruidas. En el siglo XIX era predominante. A finales de ese siglo se produjo un conflicto y una vívida discusión sobre el origen de las pinturas rupestres halladas en las cuevas, sobre todo la de Altamira. Los expertos, franceses principalmente, no podían admitir que el hombre primitivo tuviera la capacidad intelectual y manual para producir esas figuras. El salvaje era un ser tosco sin más ambición que satisfacer sus necesidades primarias: sexo, hambre, sed y seguridad. Apenas se diferenciaba de los animales con los que convivía en términos de igualdad. De hecho, algunos autores actuales todavía defienden la idea de que aquellos hombres de las cavernas se consideraban a sí mismos un animal más, que entonces entre ellos y nosotros no había diferencias, al contrario, ellos, los animales, representaban valores a los que aspiraba homo sapiens. En definitiva, no tenían conciencia de sí mismos, no habían comido la fruta del árbol prohibido que infundió en su mente el concepto del bien y del mal. Porque, para ellos, los primitivos no tenían mente, no eran capaces de elaborar conceptos: violencia, erotismo, poder, creación.

No pasaron muchos años antes de que los expertos más prestigiosos acabaran por reconocer la autenticidad de las pinturas de Altamira. Eso los obligó a replantearse la idea del salvaje y a aceptar que tenían una mente tan desarrollada como la nuestra, capaz de la abstracción y del gusto por la belleza. Así se explica la decoración de los útiles además de la emocionante perfección de algunas representaciones de animales. Qué los motivaba, además del gusto por las cosas bien hechas, es algo que será difícil que alguna vez sepamos, se especula sobre el significado de esas pinturas como representación de un mensaje que quizá nunca desentrañemos.

Lo que me importa es que reconocen que ellos, los cromañones que habitaban en las bocas de las cavernas, eran como nosotros. Ya Darwin había escrito su famoso libro, El origen de las especies, pero todavía estábamos lejos de entender cómo se producía la herencia y dónde actuaba la selección. Hoy creo que lo sabemos. Y a partir de ese conocimiento nos atrevemos a decir que aquellos ´Homo´ de hace 40.000 años, o 15.000 en Altamira, eran como nosotros. Es decir, que si fuéramos capaces de rescatar el genoma de uno de ellos y a partir de él hacer un ser, éste sería prácticamente igual que nosotros. Igual en el sentido lato, porque no hay dos ´Homo´ iguales. Como se sabe, la variación dentro de una comunidad es muy superior a la variación entre comunidades. Esto ocurre porque entre comunidades se comparan medias que amortigua la variación del grupo, lo uniformiza. Así que ese clon quizá no digiriera la leche o manifestara una capacidad genética para algo que ya no se precisa y, por selección u otro mecanismo, haya desaparecido. Pero su mente, en términos generales, tendría las mismas competencias que la nuestra: aprendería a hablar, a manejar el teléfono inteligente y el automóvil. Y tendría la misma capacidad para disfrutar del ´sexo civilizado´ como la tuvieron los ´Homo´ de los que proviene, porque no hay ninguna razón para pensar que ellos no disfrutaban del erotismo, tanto en la relación de pareja, o de grupo, como con la imaginación.

Hay pocas imágenes eróticas, las venus representan quizá más la reproducción, la madre tierra encarnada en la hembra. Es que hay pocas imágenes antropomorfas, quién sabe por qué, y muy pocas de animales en escenas. Pero eso no es un argumento para concluir que la forma en que disfrutaban de esa capacidad, casi única al ser humano, de separar sexo y reproducción no la tuvieran ellos y que no gozaran de lo primero, "civilizadamente", como lo hacemos nosotros.

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