Con la filosofía de que siempre estará a tiempo de hacer lo que los otros hacen, el joven pastelero Maties Miralles del Forn del Pla de na Tesa innova día tras día. En esta ocasión, su excusa han sido las monas de Pascua, unos dulces de chocolate que según dicta la tradición los padrinos regalan a sus ahijados en estas fiestas. Sus monas tienen sabor mallorquín: llonguets, coca de trempó e, incluso, una en forma de aubarca. Pero el joven pastelero moderniza este dulce de chocolate con temáticas que triunfan entre los más pequeños como, por ejemplo, el huevo que ha creado este año dedicado a Lady Bug.

Fue de forma casual que Miralles decidió "mallorquinizar" las monas, una tradición muy arraigada en Cataluña y en Valencia. Explica que en el colegio Rei Jaume I cada clase tenía un nombre que hacía referencia a la gastronomía mallorquina. Su pareja, maestra, le pidió si podía hacer alguna de sus creaciones que aludiera a esta temática. Así, el año pasado creó la mona Llonguet, la de la Coca de Trempó, la mona del Cocarroi, la de la Ensaïmada y la del Pa amb oli. Fue un éxito. Este año, mantiene el Llonguet y la Coca de Trempó pero ha seguido innovando con unas deliciosas aubarques. Pero además de estos presentes con sabor mallorquín, Maties Miralles también incluye alguna "actual" como la de Lady Bug. En su interior, estas monas esconden los típicos confits de quaresma, huevos de praliné y lacasitos para hacer las delicias de los pequeños de la casa. Además también ofrece otras más pequeñas, las de "figura plana", que son igual de "tradicionales" ya que incluyen el típico animalito, los confits y los crespells.

Siglo XV

La existencia de la mona, entendida como un dulce propio del día de Pascua, está documentada al menos desde el siglo XV, aunque se sospecha que se remonta a mucho antes.

La forma y composición de la mona, que la tradición dicta que los padrinos deben regalar a sus ahijados en esta fecha, ha variado mucho a lo largo del tiempo.

Los expertos recuerdan que es uno de los dulces tradicionales que más cambios ha sufrido pero el que más ha visto crecer su popularidad. De hecho, es de lo más habitual en estas fechas que los huevos de Pascua y las monas decoren los escaparates de hornos y pastelerías. A finales del siglo XIX las monas empezaron a cambiar. Se hicieron más atractivas para la vista y el gusto. Por aquel entonces se decoraban con fruta confitada y huevos, además de con otras figuras de azúcar. A principios del XX, este presente evolucionó y a finales de los años 20 ya se elaboraban monas con escenas de contenido político o de moda.