Cerámica y textil como disciplinas. Dos modalidades: piezas creativas y objetos utilitarios. Una filosofía: el kilómetro cero y la sostenibilidad y autenticidad en cada unidad. Esta combinación que se aferra al entorno natural con unas raíces profundas y nutridas de conciencia se llama Nauta. Jaume Roig, tras el barro y los hornos, y Adriana Meunié, con la aguja y el algodón, materializan este proyecto que pone en valor piezas que han sido realizadas a mano con productos locales de dos disciplinas que no se mezclan pero crean un todo. Al tratarse de obras con una etiqueta local y manual, se realza la unidad. Todo está hecho uno por uno, por mucho que haya series, cada una de las unidades tiene un valor exclusivo. La cerámica se convierte en arte a través de la escultura. El textil lo hace con los tapices y dibujos. En el aspecto utilitario son las camisetas o collares por la parte textil y los boles o vasos por parte de la cerámica. Los primeros son más personales y creativos, los segundos, más económicos y habituales.

Un proyecto muy sentido y con mucha humildad. "Cuando produces a pequeña escala no puedes llegar a un público muy extenso, pero sí que puedes producir a conciencia. Creas un producto que sabes dónde se ha hecho y quién lo ha hecho. Kilómetro cero y sostenible", comentan los protagonistas. La tierra y el barro mallorquín se convierten en las piezas de cerámica y el algodón más próximo de las camisetas lo cose Meunié con la colaboración de Antònia Camia. Siempre con las buenas prácticas como bandera.

"Es una lucha constante. Tenemos la suerte de haber encontrado el local, pero al final todo es un gran esfuerzo para ser pequeño. Se tiene que luchar mucho, con ganas", comentan los artistas que por coincidencias de la vida se encontraron en el camino. Meunié estudió diseño de moda. Desde pequeña ya le fascinaba el mundo del tejido, pero siempre con un conflicto con el ambiente que rodea de la moda. Tanto a nivel de la rapidez con la que se producen las prendas como con su estética. Ahora tiene plena motivación con un proyecto sostenible y al que le puede dedicar tiempo. Roig, por su parte, se crió en un taller de cerámica. Su madre y su hermano también se dedicaban a ello. Empezó haciendo escultura pero acabó en el universo escondido de la cerámica auténtica. "Tardé en encontrar el concepto que me gusta de la cerámica. Es una disciplina que tiene infinidad de posibilidades", matiza.

"La cerámica o el textil como unidad funciona, pero lo interesante es la combinación. Entrar por una cosa y acabar en la otra. Nosotros trabajamos por separado, pero Nauta es el punto de encuentro para mostrar nuestras obras", explican Roig y Meunié, que crearon Nauta como showroom global de su trabajo. Una historia colectiva con la filosofía de "juntos pero no revueltos". Un todo muy delimitado. "A nivel de trabajo nos enseñamos cosas, pero tampoco estamos encima del trabajo del otro", reconocen. Lo que sí tienen en común es el gusto por lo natural y poco tratado. Por los colores y las texturas auténticas. La filosofía va ligada al oficio. Ir a las bases del tejer o producir cerámica.

"Ir a la esencia del tejido. Los colores naturales. Nos gusta el concepto de atemporalidad. No queremos crear tendencias. Producimos para que de aquí diez años siga siendo agradable y actual", comenta la parte femenina del proyecto. "Me interesa antes una ánfora fenicia que el moderneo. Huir de la perfección geométrica", añade Roig.

Empezar por lo local

Como cualquier artista o diseñador mallorquín, uno de los mejores métodos para darse a conocer y hacer piña son los mercados puntuales, como el Rata Market, o las fires especializadas. Coincidiendo con la publicación de este artículo, Nauta estará toda esta semana (hasta el 11 de marzo) en la Fira del Fang en La Verónica de Sant Marçal (Marratxí). Y aunque la presencia física es fundamental, más lo es el posicionamiento en las redes sociales como Instagram. "Cada uno de nosotros tiene un mercado y un nombre y eso nos ayudó al crear la marca conjunta. La parte buena de Nauta es que es un proyecto sin fechas límites ni objetivos efímeros. Es la muestra de las dos historias detrás de esta", relatan los protagonistas.

Aunque tienen en proyecto consolidar una tienda online, aseguran que no es el objetivo primordial para un proyecto como Nauta. "Si no has acabado con el mercado que hay aquí... Eso tiene sentido cuando saturas tu mercado local. A lo mejor el vecino aún no ha entrado en la tienda. Primero lo primero. Los stocks también se complicarían. Al ser ediciones únicas sería una constante renovación de inventario en la web", reconocen.

Nauta convierte la naturaleza en arte. Respetándola y confluyendo. Dos modalidades distintas que se unen en un proyecto consciente.