La felicidad durante mucho tiempo se ha percibido como un lujo biológico y no es así. La felicidad es salud. En los dos últimos siglos se ha trabajado por mantener el cuerpo sano, por cuidarlo, pero cada vez más se tiene en cuenta que también es clave atender a la mente, a reconocer el impacto que ésta tiene sobre nuestro cuerpo y, por tanto, sobre nuestra salud.

Así lo afirma en una entrevista con Europa Press la filósofa y periodista Elsa Punset, autora de referencia en inteligencia emocional, con motivo de su último libro 'Felices' (Editorial Destino), un manual que refleja las muchas formas de entender la felicidad.

"Cada emoción deja una huella en el cuerpo y se ha descubierto que la felicidad no es un lujo biológico. Las personas más felices son aquellas que tienen claramente más posibilidades de tener una mejor salud física, mayor capacidad de relacionarse con los demás, de ser más creativas, de tomar mejores decisiones. Es una meta a conseguir que no es frívola, sino absolutamente importante, y un cambio que estamos dando en la forma de entender la salud humana", subraya.

A su juicio, aunque hay claves universales, la felicidad es "un cambio muy individual", es algo que cada uno debe encontrar y vivir en su propia vida y que ésta puede vivirse de 7.000 millones de maneras, tantas como personas del planeta. "Es un sentimiento personal de que cada uno debe vivir la vida que quiere, un sentimiento de empoderamiento: 'Esto es lo que quiero yo'. Es algo más rico que la búsqueda del placer, también es aprender a gestionar las emociones negativas, saber que somos más fuertes de lo que pensamos, más capaces de lo que creemos de gestionar las pequeñas contrariedades de la vida", añade.

La experta subraya además que seguimos siendo infelices porque el entorno no ayuda, las personas nacen con unos mimbres y un cerebro programado para sobrevivir, al que "le importa poco ser feliz". "Tiende a memorizar, a fijarse y a agrandar los aspectos negativos, según la neurociencia, pero ya los antiguos griegos lo tenían claro, hay que distanciarse o minimizar los problemas. Hacemos una montaña de un grano de arena casi siempre y lo conveniente es tomar distancia para que el tamaño del problema se ajuste a la realidad", sostiene la filósofa.

Tres áreas donde trabajar

Punset insiste aquí en que la felicidad no sólo depende del exterior, también puede fabricarla cada persona. En concreto, centra en tres ámbitos la consecución de la misma: cuidar el presente, así como las relaciones sociales, y saber gestionar las emociones negativas. Para explicarlas, la autora echa mano del legado de antiguos filósofos griegos y chinos, mágicos alquimistas, poetas y científicos, y los testimonios de lectores anónimos que le han escrito mostrándole cuáles han sido sus fórmulas para ser más felices.

"Este libro es un viaje a través de los siglos que muestra las muchas fórmulas en las que los humanos se han lanzado a la búsqueda de la felicidad. Facilita herramientas para llegar a la felicidad a través de la sabiduría que ha ido acumulando la humanidad a lo largo de los siglos, pero, sobre todo, aporta sugerencias y hábitos para llegar a ese objetivo de una manera personal: 'A tu manera' ", subraya.

Aunque haya pasado mucho tiempo, muchos siglos, Punset cree que se ha cambiado poco, y que los retos siguen siendo similares a los de la antigüedad, y muchas de las herramientas de hace siglos reaparecen en la historia contemporánea. "Podemos ganar tiempo y no repetir errores como especie", destaca a la vez que subraya que toda la humanidad nos enfrentamos a los mismos retos, por lo que también es "muy importante" el escuchar a los demás.

Decálogo para la felicidad

Así con todo, Punset enumera el que, en su opinión, es el decálogo para encontrar la felicidad a nuestra manera:

1.- Desde hace siglos, en todo el mundo, los humanos vivimos a la búsqueda de nuestra felicidad. Es importante conocer el legado de tanto conocimiento para aprender de la historia, no repetir errores y que cada cual pueda ser más feliz a su manera.

2.- Además ve muy importante poner nota a la felicidad individual. "En una escala del 0 al 10, ¿qué nota le pones a tu felicidad? Los estudios muestran que si le pones nota a tu felicidad, pero no haces nada por mejorarla, apenas mejorará a lo largo de tu vida. Si no haces nada, ¡nada cambia! Si quieres ser más feliz, ¡ponte manos a la obra!", aconseja.

3.- En su opinión, lo que más determina nuestra felicidad es la calidad de las relaciones que nos rodean, para bien y para mal.

4.- La felicidad y la infelicidad no son algo frívolo: tienen un impacto directo y definitivo en nuestra salud mental y física, y se contagian a los demás.

5.- Como tenemos un cerebro programado para la supervivencia, que prima y memoriza lo negativo, la felicidad nos requiere esfuerzo y atención. Por ello ya decían los filósofos griegos que la felicidad es una conquista.

6.- Los humanos llevamos siglos en esta conquista de la felicidad, y hemos cambiado muy poco: las mismas cosas nos siguen haciendo felices e infelices. Hay que aprender de la historia.

7.- Todos llevamos en la cabeza una máquina (el cerebro), que es capaz de fabricar felicidad o infelicidad. ¡Aprende a fabricar felicidad!

8.- No hay una sola forma de ser felices: la felicidad es una percepción subjetiva, una mirada personal, pero sí que existen elementos y condiciones que promueven la felicidad y el bienestar.

9.- Según el padre de la psicología positiva, Martin Seligman, existen tres dimensiones vitales en las que podemos elegir vivir y cultivar la felicidad: Vivir una vida placentera o centrada en los placeres físicos, en la gratificación y en el compañerismo; una vida buena focalizada en el descubrimiento y en la utilización creativa de nuestras virtudes y fortalezas; o bien una vida valiosa (cuando ponemos nuestras fortalezas al servicio de algo más grande que nosotros mismos). "¿Qué vida vives tú? Para poder disfrutar y acceder a estos tres tipos de vidas, cada persona, afirma Seligman, posee cinco fortalezas características. ¿Conoces las tuyas?", pregunta la autora.

10.- Finalmente, sostiene que algunas herramientas milenarias resultan muy útiles para darle un empujón a nuestra capacidad de ser felices, como por ejemplo, la conexión de la naturaleza, que tanto se practican en los baños de naturaleza japoneses y del norte de Europa; o el entrenar nuestra empatía para no levantar muros y fronteras con las demás personas.