"Estoy en el lugar donde siempre había soñado estar y aprendiendo". Antoni Cabot aterrizó en Argentina en septiembre de 2015 sin intuir el giro que daría su vida un par de años más tarde. El palmesano de 36 años dejó su isla adorada por un trabajo muy alejado de su verdadera vocación, pero un golpe del destino lo condujo hacia su mayor pasión: el fútbol y el periodismo deportivo. Hoy trabaja codo a codo con grandes figuras del balón y se siente "como en casa" o quizás mejor porque para un "enfermo del fútbol" vivir en Buenos Aires es tocar el cielo con las manos.

"Tienes humildad y convicción, me gustas", fue la conclusión del periodista Fernando Niembro tras su primer encuentro en el que debía decidir si Cabot era el indicado para acompañarlo en su programa de Radio Belgrano, ocupándose del fútbol europeo y extranjero. El mallorquín tuvo un "ataque de pánico" cuando le confirmó su nuevo trabajo, no podía creer la puerta que se le estaba abriendo sin haberlo planeado siquiera. En ese punto donde todo se volvió una cadena de desafíos, quedaron atrás cinco años en China, trabajando en una empresa de importación y exportación y donde conoció a un argentino con el que se aventuró a seguir en ese sector en Buenos Aires. "Enganchado a la ciudad de la furia", en una zona de confort "muy relajada, con un buen pasar, amigos, asados, partidos en la cancha...". Era un mallorquín que abandonó el paraíso por "un país que vive todo intensamente" y de repente, la gran oportunidad llegó en el palco de un estadio durante un San Lorenzo -Flamengo con la invitación de su mejor amigo a comer con su suegro. Carlos Abdo, vicepresidente del equipo de los cuervos y un importante empresario de la comunicación, quedó obnubilado con la charla de Cabot y al día siguiente movió todos los hilos para concertarle una cita con Niembro, que volvía por todo lo alto a los micrófonos tras dos años en la sombra.

Cabot rueda despacio y con cuidado por ese campo, intenta medir sus palabras porque no quiere quedar como "el europeíto" que se las sabe todas. "En el periodismo, sobre todo en el deportivo, el argentino es más picante, con más colmillo, son como cocodrilos y yo intento adaptarme. Cualquier cosa que diga puede ser peligrosa", señala. Aunque destaca el cariño con el que le tratan los argentinos allá donde vaya. Cree que no hay muchos españoles por allí y que por ser de Mallorca cae aún más en gracia. Quizás por eso "se liga mucho", se congratula y alaba a las mujeres argentinas porque "siempre van para adelante y te ponen las pilas, son muy listas". Con su rótulo del "gallego que trabaja con Niembro" va abriendo nuevas puertas: está a punto de estrenarse en televisión junto al exportero de la selección albiceleste, Sergio Goycochea. Con un grupo de amigos "locos del fútbol" hace en Radio Zónica un programa "más retro, con historias de los ochenta y noventa". Tuvo como invitado al exfutbolista y entrenador Oscar Ruggeri y alucinó: "Estoy enamorado de él", se emociona al recordarlo. Incondicional del Barça y socio desde niño del Mallorca, Cabot se inclina por San Lorenzo del otro lado del charco, sin embargo, a él lo que le gusta es ver todos los partidos de todos los equipos posibles y lo hace solo a veces y es capaz de viajar a los lugares más recónditos para vibrar con esos encuentros que no son puro espectáculo, sino esos que emanan olor a tierra y césped, a sudor y pasiones descontroladas, que además le traen recuerdos de su niñez cuando iba con su padre al Lluis Sitjar.

"Mallorca para mí es todo, siempre digo que soy un privilegiado por haber nacido aquí", suspira mirando el Mediterráneo desde el Molinar durante su mes de vacaciones en la isla con la que siempre está de algún modo conectado, ya sea leyendo digitales o escuchando radio o vía WhatsApp. La vida en Argentina "no es nada fácil con una inflación anual del 20 por ciento y sueldos que no suben y todos los ajustes que se están haciendo", señala sobre un país en crisis constante: "Yo estoy en una situación acomodada y ya es complicado, no sé cómo hacen los demás", se admira de la resiliencia de los argentinos tras la era Kirchner y un gobierno ahora tan diferente como el de Macri. Valora "lo culta que es la gente, todos tienen muy buena charla, desde el taxista a los camareros, saben más de Europa que nosotros mismos". Adora los asados y su liturgia, pero echa de menos los arroces y platos de cuchara de su ´padrina´. También añora a su familia y amigos. Es el sacrificio que conlleva estar cumpliendo su sueño en la meca del fútbol.