Para Vicky Pinar y Sergio Gamisans arriesgar ha sido la clave del éxito. Tras conocer la noticia de que Maricastaña -una mezcla entre tetería y tienda de caramelos antiguos, jabones o maquillaje relacionado con los años 50 y 60- se trasladaba, no se lo pensaron dos veces. Maricastaña era un proyecto con continuidad, y ellos lo aprovecharían. "Siempre que visitábamos la tienda salíamos más contentos de lo que entrábamos", recuerdan. Las posibilidades del céntrico local eran inmejorables. "La primera impresión al entrar en la tienda es decir: wow, qué sitio. Con eso ya tienes la mitad ganado", comenta Gamisans. Maricastaña nace hace ahora un año y ocho meses con la intención de ser una transición entre lo que ofrecía antes la tienda a lo que los nuevos propietarios querían. "Es como una tienda muy madrileña, traída a Palma. Vicky es de Madrid, y la tienda es muy Malasaña, aquí no hay nada que se parezca a esto", comentan.

El local es muy acogedor, con tres niveles y con infinidad de artículos de moda, complementos y pequeños detalles para perderse durante toda una tarde en ellos. La ropa es lo que más destaca. Es un foco de diseñadores alternativos, amenos y locales. "Intentamos traer ropa que sea muy divertida. Siempre firmas españolas y que no sean nada aburridas", enumeran. Hay gente que les cose a mano prendas, diseñadores noveles, incluso "tenemos amigos nuestros diseñadores que grandes empresas se los han intentado llevar y se han negado para seguir con sus proyectos", añaden Pinar y Gamisans. El público objetivo de la tienda está entre el que había en la Maricastaña original y el que ellos querían. Prendas con espíritu joven, para gente que arriesga.

Además de apostar por lo endémico, siempre prueban antes el producto ellos, para asegurarse de que sea de suficiente calidad antes de venderlo. "Siempre pasa un control de calidad, nos tiene que gustar a nosotros también", aseguran.

Los productos que no se categorizan como moda tienen un fin más aleatorio. Quitado de los relojes y la plata, que es un gran atractivo para la gente, tienen artículos más light que llaman la atención mientras indagas en la tienda.

El riesgo y la personalidad

Cuando apuestas por la originalidad y lo distinto, puedes acertar o fallar. "Siempre hemos traído cosas muy arriesgadas para chicos y no han funcionado tanto. Las chicas arriesgan más", asegura la pareja, que desde el primer momento se ha distinguido por su carácter alternativo. Por el otro lado, hay artículos como los de Frida Kahlo que se venden muchísimo. "Nunca se sabe si va a funcionar", reconocen.

El factor más distintivo e importante de Maricastaña es ser ellos mismos. Sin protocolos ni filtros. "Somos nosotros mismos al natural. 100%", afirman.

El 90 por ciento de su proyección hasta la fecha ha sido mediante las redes sociales. Y han sabido gestionarlo muy notablemente. "Llevando ya casi dos años el boca a boca hace mucho, pero hasta ahora darnos a conocer era más complicado. Estamos en el centro de Palma, pero no en una calle transcurrida ni dedicada al comercio", admiten. Su Instagram les ha abierto las puertas del estrellato mediático. Con cerca de 12.000 seguidores, publican diariamente las prendas de la tienda con unos modelos singulares: ellos mismos. "No tenemos una red social donde pongamos a una modelo con treinta looks para mostrar nuestro producto. Salimos nosotros y la gente ve lo que realmente hay en la tienda", explican los propietarios sobre sus redes sociales, que al final se han convertido en una especie de blog de moda, algo influencer, de la tienda.

Una forma de vida

"La tienda es nuestra vida", afirman. Hacen su vida social en la tienda también. Es un segundo hogar que les ha brindado con nuevas amistades y mil historias. "El factor de éxito de la tienda es haber traído aquí algo que no existía y trabajar muchísimo", comenta Pinar, que es ingeniera, ha opositado para ser policía, y cuenta con un máster de moda. Sin embargo, Maricastaña es en la actualidad aquello que más le llena. "Si haces las cosas que te gustan, salen solas", afirma. Dicen pensar, soñar y vivir inmersos en Maricastaña. "La palabra trabajo la hemos eliminado", comenta Gamisans. "Hay mucho trabajo, sí, pero lo hacemos en una cosa que nos encanta. Somos felices aquí", concluye.

Arriesgar, esa es la clave. "Que no llegue el día del juicio final y no puedas decir me arrepiento de esto o de aquello", manifiesta Pinar.

Sin arriesgar no se entendería Maricastaña. Y es que la revolucionaria tienda escondida entre las céntricas callejuelas tiene por delante un proyecto lleno de ilusión, riesgos, fotos y personalidad.