Damià Rotger, Ferreries 1981, creció rodeado de papeles y letras en la imprenta que su padre y su tío regentaban en su pueblo natal. Aunque pasó muchos veranos ayudando en el negocio familiar su interés por la tipografía se despertó más adelante, cuando cursó estudios de diseño gráfico en la escuela Blau de Palma. De su paso por esas aulas destaca la importancia que se le daba a la parte conceptual del diseño. También fue en Blau donde se da cuenta de la trascendencia de la tipografía dentro del diseño gráfico hasta el punto de afirmar que sin la una no existe el otro. Completó su formación en Barcelona donde siguió cursos de postgrado de tipografía y de diseño de identidad corporativa. Desde entonces su pasión por las letras no ha hecho más que crecer.

Poesía visual. Coincidiendo con Mario Eskenazi, uno de sus referentes, Damià Rotger concibe el diseño gráfico como un proceso conceptual: "No puedo empezar a trabajar en un proyecto si no hay una idea. Todas las decisiones formales son consecuencia de una idea. Entiendo que el diseño gráfico no es hacer las cosas bonitas, sino coger un mensaje y hacer de traductor". Incide en que esta rama del diseño está más cerca de la poesía visual que de la decoración, pero que el objetivo es resolver un problema de comunicación y en el resultado intervendrá la estética.

Sistemas corporativos. El vestido, en este caso el diseño, ha de hacerse a medida y para ello debe conocerse bien el cliente y su producto; para poder traducir su mensaje a un lenguaje gráfico y visual que sea entendible por todos. "Siempre trabajamos a partir de una idea y esto hace que la cosa quede bastante acotada. La idea tiene que ser adaptable, sistematizada. No creamos identidades corporativas sino sistemas; entidades flexibles. Si el concepto es bueno funcionará en cualquier soporte".

Damià Rotger admite que el diseñador no debe dejar en su trabajo una huella emocional, aunque sí considera positivo que haga suyo el proyecto. "Es inevitable que si yo entiendo el diseño de una manera no deje en la propuesta ese pellizco de adn". Por otra parte piensa que el diseñador ha de saber cambiar de piel y resolver eficazmente cualquier encargo y que esto es lo que hace que ejercite constantemente su creatividad.

Sutileza tipográfica. "Solo con tipografías se pueden resolver todos los problemas de comunicación gráfica. De aquí viene mi obsesión galopante por las letras". Dice Damià Rotger que las grandes obras de la rama gráfica son tipográficas. Sin embargo esta herramienta tan potente, que pertenece solo al diseñador gráfico, comunica a partir de pequeños matices: "Lo realmente importante en la tipografía son las sutilezas. Esa pequeña tensión de curva en una letra no es nada pero sí en la palabra, la frase, la línea y la textura de la página". En el proceso, se estudian las proporciones y la arquitectura de la letra. Las que forman parte de una tipografía deben compartir adn, ser hermanas pero no gemelas ya que se pierde legibilidad. Es preciso encontrar el equilibrio entre estructura y expresividad, saber para qué servirá la tipografía En una novela la letra debe ser estructural; invisible. En cambio, una tipografía corporativa sí admite más expresividad. Así, tan importante como el diseño de la tipografía es el uso que se haga de ella.