¿Quién no ha sentido la tentación de husmear en el mail del trabajo en plenas vacaciones? Solo por si acaso. O cuando se dispone a salir de casa para emprender un placentero fin de semana y recibe la típica llamada con ese número que reconoce a leguas de distancia por haberlo cogido en la oficina, y aun así lo coge. Y le lían. Las vacaciones de verano pretenden ser el momento ideal para desentendernos de nuestras obligaciones laborales, el estrés del día a día y los hábitos rutinarios. Pero cada vez nos cuesta más. Según los psicólogos, los adictivos hábitos diarios relacionados con la dependencia tecnológica evitan que podamos descansar y desconectar debidamente de los hábitos y obligaciones laborales e imposibilita recargar las pilas. El antídoto para evitar este contraproducente y conectado descanso es adoptar una actitud que desintoxique tecnológicamente. De lo contrario, terminaríamos nuestras preciadas vacaciones con la sensación de que no nos hemos distanciado tanto de nuestro puesto de trabajo.

Autoridades como el sociólogo Manuel Castells, académico español de renombre mundial, ya lo predijeron en su momento. Castells acuñaba el término "sociedad en red". Lo hacía por el uso constante de las nuevas tecnologías para informarse y entretenerse. Todos estamos conectados y eso ha creado una gran adicción y dependencia a los aparatos que nos lo facilitan. El caso más significativo y popular es el del teléfono móvil. ¿Les suena de algo?

Miguel Perelló, psicólogo clínico y experto en adicciones, asegura en declaraciones a Efe que "las adicciones a los dispositivos móviles se caracterizan por comportamientos compulsivos y por la ansiedad que produce si no se tiene acceso a ellos. Incluso en algunos casos los adictos se vuelven irritables y con estallidos de ira y de violencia". Además, añade que "para estos pacientes hay terapias más estrictas de desconexión total o acceso limitado y muy controlado aunque, en general, hay que tener el móvil metido en un cajón y solo mirarlo por la mañana, a mediodía y por la noche, como tomar una pastilla".

En el mundo de la política la comunicación es imprescindible. La presidenta del Govern balear Francina Armengol afirma que "desconecta conectada", una metáfora que representa su constante dedicación al móvil y demás herramientas tecnológicas a las que tiene que atender diariamente. Además, apunta que hasta le gusta estar conectada. En relación a la terapia que Perelló propone para una desconexión total, Armengol reconoce que "sería incapaz de hacer esta terapia. De hecho, restringirme un hábito que me gusta me pondría más nerviosa y seguramente me crearía estrés".

El vicepresidente y conseller de Turismo Biel Barceló explica que, mientras trabaja, el uso del móvil es constante. "En vacaciones tengo la intención de reducirlo al mínimo, pero dadas las responsabilidades es difícil", apunta. "En relación a si sería capaz de hacer la terapia de los tres usos diarios máximos, me parece muy interesante y no sé si sería capaz, pero lo intentaré", concluye.

El presidente del PP balear Biel Company no cree que se pueda aplicar el mismo método a todo el mundo. "Yo uso el móvil todo el año. Si en un momento determinado quiero desconectar, lo dejo de lado", afirma. En cuanto al experimento del cajón, explica que "el móvil hoy en día es una herramienta. Si te dedicas a guardar ovejas, no usarás el móvil, pero si te dedicas a hacer gestiones continuamente con el móvil, pues lo necesitas, evidentemente".

En el caso de los artistas baleares, y como los de todo el mundo, las nuevas tecnologías se han convertido en un elemento crucial para difundir su actividad. Joana Pol, cantante de Donallop -un grupo muy activo en las redes sociales-, intenta desconectar todo lo que puede en vacaciones. "Una vez a la semana procuro desentenderme del teléfono móvil en vacaciones. Me propongo no mirarlo o mirarlo muy poco", explica. "Lo intento porque mi trabajo me obliga a estar muy pendiente del móvil y me doy cuenta de que a veces me consume mucho", concluye.

La directora de cine Marga Melià intenta aprovechar las vacaciones para dejar el móvil en casa, "aunque sean dos horas" para poder ir a la playa o a dar un paseo sin la presencia del aparato móvil. "Y me sienta bien", reconoce, "pero cuando eres autónomo o estás en proyectos tienes que mirar el móvil por si tienes mensajes o cosas de trabajo". A Melià, dice, le encantaría llevar a cabo la terapia que propone Perelló porque encuentra que estamos "demasiado enganchados", aunque admite que para ella es imposible: "El móvil es tu oficina. Hoy en día para cualquier rodaje, para cualquier problema; tiene mil funciones laborales. Para mí es imposible".

La escritora y periodista Llucia Ramis opta por la estrategia del modo avión. "Intento tenerlo el máximo de tiempo posible en esta modalidad. Pero de vez en cuando consulto a ver si hay notificaciones importantes", detalla. En cuanto a la terapia que propone Perelló para la desintoxicación tecnológica, Ramis reconoce que "sería capaz de hacer el experimento del cajón una semana, o dos como mucho, pero más no".

Y es que el filósofo Marshall McLuhan ya predijo en la mitad del siglo pasado la integración de la tecnología "como extensión del hombre". Nunca había sido tan difícil recargar las pilas y desconectar totalmente de los aparatos electrónicos. La desintoxicación tecnológica está al alcance de todos, pero muy pocos consiguen llevarla a cabo. Miramos esa extensión de nuestro cuerpo, rectangular y fina, como si de un acto reflejo se tratara. Por eso hoy día descansar y recuperar energías se afronta como un reto y no como un placer.