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Entrevista

Carlos Santos: "En España nos cuesta mirarnos al espejo, así no aprenderemos nada"

El intérprete estrenará en Telecinco la serie 'Ella es tu padre', "donde hay guiños a la 'Señora Doubtfire' o 'Tootsie"

Carlos Santos, (Murcia, 1977), ayer, en la terraza del Hotel Saratoga. guillem bosch

Casi un año después de estrenar El hombre de las mil caras en el papel de Luis Roldán, reconoce que desde el equipo se intentaron minimizar los daños "para que no se tomara como una película contra un partido concreto. Se intentó vender como un filme sobre Paesa. Luego la ves y salpica a muchos lados: al PSOE de entonces, al ministro Belloch, etc.", desvela Carlos Santos.

¿Hay alguna diferencia entre el Roldán que usted interpreta y los corruptos actuales?

Roldán fue de los primeros corruptos en la democracia. Hay un elemento que no sé ya si es por identificación con el personaje al interpretarlo y es que hay cierta bisoñez en lo que hizo Roldán, porque pensaba "esto funciona así y punto". Él relata en el libro de Sánchez Dragó que le daban un sobre cada equis tiempo por ser delegado del Gobierno en Navarra o por ser director general de la Guardia Civil, cargos de alto riesgo en los años más duros de la lucha contra ETA. Hoy día los corruptos saben perfectamente qué es lo que están haciendo al existir estos precedentes del GAL. Pero mentirosos y tramposos los hay y los ha habido siempre.

¿Hay más cinismo ahora?

Sí. Y las tramas son más complejas porque parte todo de una premisa: cómo nos organizamos para engañar y sacar el dinero a la gente.

¿Qué diferencias ve entre la política de los 90 y la de ahora?

De aquellos barros, estos lodos. De hecho, la película de Alberto plantea de manera muy inteligente un caso de los años 90 para hablar de algo que está a la orden del día. Y coge a un personaje como Paesa, que es digno de una película y de cien, y deja que seas tú el que haga los paralelismos. En cuanto a las diferencias, yo creo que ahora es todo más sotisficado. Desde luego, lo de los GAL la gente lo recibió con una sorpresa mayúscula. Con los casos de ahora no nos pasa porque estamos absolutamente anestesiados. Han pasado cosas que serían como para resetear y empezar de nuevo.

Lo han intentado los partidos emergentes.

Se ha intentado o se está intentando. Pero es difícil en un momento en el que Bruselas acaba de decir que hemos superado la crisis. Cuando la gente ya nota que puede venirse de vacaciones a Mallorca o tiene para gastar, ya está. Es peligroso que no aprendamos nada. También parece que en nuestro país no se puede hablar de quiénes somos. Nos cuesta mirarnos al espejo y así no aprenderemos nada.

¿Con Alberto Rodríguez y David Ilundain está cambiando algo?

Espero que sí. La de Bárcenas es una película que ha tenido muchísimas trabas para distribuirse y llegar a la gente. B es una película sencilla, con actorazos y que funciona como un tiro. No deja de ser curioso que en EE UU los mejores filmes sobre Vietnam se hicieran apenas cinco años después de que acabara la guerra. Aquí somos más de la risa, la guasa, de que todo va bien. No pasa nada por mirarnos al espejo y decir "así somos nosotros". Es la única manera de que nos avergoncemos de ciertas actitudes pasotistas que hemos tenido ante ciertas cosas. Espero que Alberto e Ilundain animen a más gente a hacer películas sobre nosotros mismos.

¿Fue Roldán el chivo expiatorio? A Paesa no le pasó nada.

Desde 2004 no se ha vuelto a saber nada de él. El día que volábamos a San Sebastián para estrenar la película, en el aeropuerto nos encontramos en la portada de Vanity Fair con Paesa. Fue una maniobra de quitarse el sombrero. Paesa es un zorro, el más listo del corral. Que el tío esté desaparecido y se publique una entrevista el día antes del estreno de la película, es un poco: "no me habéis invitado a la fiesta pero yo me sumo". Hay una pregunta en la entrevista que es maravillosa: "¿quién es el amor de su vida?"; "yo", responde. Los primeros hits de su carrera fueron casarse con la viuda de Sukarno y salir en el Hola!

Alberto Rodríguez es un director atípicamente español.

Su talento nace de la humildad, de la duda permanente y de indagar con el actor. Nunca en mi vida había ensayado una película entera durante un mes. En teatro sí. Cada secuencia de la película estaba ensayada entre 20-25 veces. Alberto es un director que te mira y te dice todo el tiempo "más pequeñito". Le gusta que trabaje el espectador. Y rompe con una tónica en el cine español, en el que han llamado mucho la atención directores con mucha personalidad. Alberto es un español de Sevilla que parece que tiene sangre danesa. Esa mezcla de fuego interno con esa forma de mostrarlo con mucha cabeza funciona muy bien.

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