La borda de Audaç es un poco más elevada que en los demás llaüts tradicionales mallorquines. Su primer armador encargó a un mestre d´aixa de Portocolom que construyese la embarcación de este modo para poder cargar más paquetes de contrabando. Eran los años 60 y las cuevas de la costa de Felanitx escondían numerosos fardos de tabaco y mercancías de primera necesidad, como harina y azúcar, que estaba prohibido comercializar al margen de la ley en el franquismo.

Todavía durante la dictadura, Audaç tuvo una segunda misión muy vinculada a aquella época: Los hombres y mujeres que iban a la playa debían nadar en lugares separados, por lo que la barca fue utilizada para transportar a los primeros desde el puerto hasta la cala conocida como s´Arenalet dels homes y a las lugareñas hasta s´Arenalet de les dones, las que hoy los residentes llaman arenal gros y petit, respectivamente.

El siguiente destino del llaüt de madera de 7,5 metros de eslora fue navegar como embarcación particular de una familia, al igual que otras muchas de los pueblos de la costa que antaño disponían de pequeñas barcas para pescar y disfrutar del mar. Y eso es lo que pretende con sus excursiones la empresa Llaüt Mallorca, "que los turistas y residentes conozcan la esencia de una jornada marinera como era antiguamente, a bordo de un llaüt clásico construido de forma totalmente artesanal", en palabras de Llorenç Serra, patrón y armador de una barca que el próximo año cumple medio siglo de travesías y aventuras.

El patrón y armador, Llorenç Serra, guía la caña de la embarcación. r. g.

Es precisamente lo que querían los palmesanos Maria y Lluís al embarcarse esta semana durante unas horas en Audaç, probar un llaüt. "Nos apetecía mucho hacer esta excursión, ya que nos gusta navegar y hemos ido en veleros y otro tipo de barcos, pero hacerlo en una embarcación tradicional mallorquina tiene un encanto que no ofrecen las golondrinas abarrotadas de turistas", compara la pasajera tras la experiencia.Trato personalizado

Además de la vivencia de surcar la costa de Llevant casi tocando el agua, para Lluís lo más destacado de la novedosa propuesta es "el trato personalizado que ofrece Llorenç. Te cuenta anécdotas y antiguas historias del puerto, te muestra todas las cuevas y calas por donde navegamos, puedes preguntar las curiosidades que tengas y fondea la barca para que nos demos un baño", explica.

El día de la travesía de la pareja hubo chapuzón en cala Estreta y cala Mitjana, en cuyo acceso hay un gran mástil donde esa jornada se izaban tres banderas. "Cuando están así, es que se encuentran los propietarios de la finca, la familia Fierro", tal como detalla el patrón del llaüt refiriéndose a la enorme casa de veraneo que copa la zona de Ponent de la extensión.

Dos pequeños pasajeros en la proa observan el faro de Portocolom. r. g.

Mientras los clientes buceaban por las cristalinas aguas de color turquesa, Llorenç preparaba un pamboli con embutidos, queso, aceitunas, fonoll marí y vino, todo productos mallorquines. El trato especial también tiene en cuenta a los vegetarianos, en cuyo caso se cambia la sobrasada y el camaiot por trempó, por ejemplo. Tras la merienda, vuelta al puerto, pero a veces hay tiempo para una nueva parada en una de las cuevas que horadan los acantilados.

La Cova Gran es tal vez la más espectacular de la zona y Audaç puede introducirse en ella con el motor parado. La sensación de mirar el fondo azul es impactante porque parece que las rocas están al alcance de la mano, a pesar de la profundidad. En los recovecos de la cueva fueron escondidos los fardos de estraperlo que el llaüt transportó hace medio siglo.