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Momias

El ácido desoxirribonucleico —DNA en sus siglas en inglés—, la sustancia responsable de la herencia genética, es la molécula...

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El ácido desoxirribonucleico —DNA en sus siglas en inglés—, la sustancia responsable de la herencia genética, es la molécula esencial de la vida. Aunque fácil de estudiar en organismos actuales, la primera identificación en seres desaparecidos hace tiempo no se produjo hasta que Svante Pääbo, el gurú hoy día del llamado DNA fósil —o, mejor dicho, antiguo—, publicó en el año 1984 la recuperación de DNA mitocondrial de una momia egipcia.

El artículo de Pääbo apareció en alemán, en una revista poco conocida fuera del mundo de los especialistas, la de la Academia de Ciencias de la República Democrática alemana, así que pasó desapercibido en la práctica hasta que al año siguiente la revista Nature se hizo eco de un logro que parecía imposible. El DNA resulta sumamente frágil: tras la muerte de cualquier organismo la molécula se degrada muy deprisa a causa de la intervención inmediata de los microorganismos que lo descomponen. De tal forma, la contaminación del DNA antiguo por parte del DNA bacteriano y, por añadidura, del que proviene de los científicos que están manejando la muestra, es altísima. Pääbo no pudo evitarla por completo pero utilizó un procedimiento capaz de identificar y desechar las secuencias de DNA que han sido contaminadas. Ese método se convirtió de inmediato en el protocolo a seguir por parte de cualquier equipo de investigación que pretenda publicar sus resultados.

El éxito del camino inaugurado por Pääbo fue inmediato y muy grande. En el año 2000, cuando el siglo estaba a punto de acabar, se había recuperado ya el DNA mitocondrial de hasta 19 especies desaparecidas, desde el tigre de dientes de sable a un ancestro humano: el neandertal. Comenzó así un método de estudio de la evolución humana nuevo y de un potencial inmenso: el de comparar el DNA de especies anteriores con el propio de la nuestra. La polémica acerca de si los neandertales y los humanos modernos formaban parte o no de la misma especie, imposible de resolver mediante análisis morfológicos o arqueológicos, recibió una nueva luz. Pero el ADN mitocondrial está sujeto a dificultades de interpretación porque se hereda sólo por vía materna. En el año 2006 se logró una hazaña aún mayor: la primera recuperación de DNA nuclear —el verdadero material genético, más allá de las mitocondrias— de un neandertal. Ni que decir tiene que el equipo que lo consiguió estaba dirigido por Svante Pääbo.

Acaba de aparecer en Nature Communications un artículo con Verena Schuenemann como primera firmante que da cuenta de los resultados de la identificación de DNA mitocondrial de 90 momias egipcias, aunque la alta contaminación sólo ha permitido obtener DNA nuclear de tres de ellas. La herencia de Pääbo vuelve a sus orígenes, indicando que los egipcios estaban más emparentados con los pobladores de Oriente Medio que con los africanos. Habrá que comentar en otra ocasión ese hallazgo.

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