Con un recorrido más breve de lo habitual -apenas una hora- y con dos horas de antelación sobre el horario de apertura al público general, los Reyes de España visitaron ARCO acompañados por el presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, y su esposa la empresaria Juliana Awada. El país sudamericano es el invitado especial de esta edición donde doce galerías platenses muestran el trabajo más reciente de sus artistas. Los monarcas visitaron varios stands -en esta ocasión ninguno mallorquín- y en el espacio denominado ARCOKids charlaron, se fotografiaron y firmaron autógrafos a varios niños que disfrutaban de la instalación.

Tras la visita de los Reyes, ARCO volvió a su actividad habitual en una segunda jornada que suele ser importante en ventas desde que la feria comenzase a rodar en febrero de 1982. Apenas tres galerías pueden presumir de haber estado presentes en todas y cada una de las ediciones de ARCO, y una de ellas es la mallorquina Pelaires, con su responsable Pep Pinya al frente.

Primeras ediciones

Las dos primeras ediciones se celebraron en el Palacio de Congresos del Paseo de la Castellana -hoy prácticamente abandonado- en un Madrid en plena transición e invadido por el espíritu de la Movida. Noventa galerías y 364 artistas se arracimaron en aquellas instalaciones con ganas de llevar a España a la modernidad: "Nos creíamos que era una feria fantástica y ahora nos damos cuenta de lo cutre que era", recuerda Pep Pinya, "pero el espíritu de Juana de Aizpuru y de otros galeristas que creíamos en el proyecto hizo que saliera adelante".

En el 84, la Feria se trasladó al Palacio de Cristal, donde realmente cogió empaque, y donde "se convirtió en la referencia en Europa del Arte sudamericano y del español". Pinya recuerda que "no sabíamos dónde íbamos a llegar ni pretendíamos saberlo. Es similar a lo sucedido con la Nit del Arte en Palma. Hoy es un referente nacional e internacional, pero lo empezamos entre seis galerías y nadie podía pensar al principio que íbamos a llegar a lo que es hoy.

Para el galerista mallorquín, "los grandes proyectos se hacen con paciencia, tesón e ilusión y mucho trabajo". En los primeros años, en España apenas existían coleccionistas "ni casi museos. El cambio ha sido radical a mejor, pero todavía falta un largo camino para el coleccionismo en España, quizá porque la Ley de Mecenazgo no se ha llevado todavía a cabo y los coleccionistas no tienen apoyo".

Aunque Pep Pinya no ha dejado Pelaires, su hijo Federico es quien ahora está al frente: "Federico lleva el trabajo a pie de calle, que es el más duro. Yo tengo mis proyectos particulares y puedo atender a los coleccionistas que piden un trabajo mucho más personalizado. Me sigo divirtiendo mucho".