Una personalidad arrolladora, sazonada con su fuerza y pasión por la cocina y el arte, han llevado a la chef Melissa Herrera Martos (31 años) a convertirse en una de las 14 aspirantes a coronarse como la nueva Top Chef.

En esta cuarta edición del concurso, la granadina residente en Mallorca, muestra, además de su evidente potencial, su carácter luchador. "Soñaba con participar en un programa de este tipo, así que este año decidí presentarme. He creído mucho en mi fuerza, en mi forma de amar y de ver la cocina. Precisamente, creo que eso fue lo que cautivó al jurado, el ser una mujer espontánea, tan pura; cuando cocino lo doy todo y no todo el mundo es capaz", aseguró Herrera.

Su pasión por la cocina es innata. Subida a una silla en su casa ya sorprendía con sus primeros platos, en los que deja de lado la sal, el salero ya lo pone la artista. "Plasmo mi pasión con platos creativos, divertidos y con mucho color, llenos de vida, transmitiendo también el recuerdo del sabor de la cocina hogareña, es importante conservar esos matices. Mi cocina es como yo, muy artista", enfatizó.

El arte corre por las venas de Melissa Herrera. A los 18 años, decidió trasladarse a Madrid a probar suerte en el mundo del espectáculo. Sin titulación en cocina, tocando en el metro de la capital para subsistir y enviando currículums con "mentirijillas piadosas". Así fueron pasando los años para la cocinera hasta que consiguió su primer trabajo en un restaurante como ayudante de cocina. "Comencé a echar currículums inventándome que había trabajado para que me cogieran. Me he formado yo sola, me he hecho a mí misma, tampoco había tenido la oportunidad porque sin formación te cierran las puertas pero yo soy una guerrera y nunca me he rendido".

Temperamento culinario

Para ganar esta nueva batalla entre los fogones, Herrera envainaba su mejor arma, la frescura y espontaneidad. "Con mis platos busco transmitir a los clientes lo que yo siento. No tengo un plato estrella porque normalmente soy una persona que improvisa muchísimo y se me empieza a ir la cabeza, lo pruebo y me lo apunto porque sino se me olvida", advirtió la cocinera.

Cautelosa a no adelantar los acontecimientos que aguardan en esta cuarta temporada del programa de cocineros, la chef recuerda con satisfacción las pruebas del programa. "Me lo he pasado muy bien, es tal cual me lo esperaba", aseguró la artista, quien destacó la profesionalidad del jurado del concurso, formado por Alberto Chicote, Susi Díaz y Paco Roncero.

El misterio envuelve la vida de Melissa Herrera, que hasta ahora estuvo ejerciendo en el Restaurante del Mar en Palma pero que desde hace tres semanas se ha mudado a Barcelona.

La chef mantiene un lazo especial con el mar desde joven. Su padre trabajó en una marisquería cuando era una niña por lo que decidió seguir sus pasos pero siempre aspirando a más. Junto a su hermano, decidió emprender y abrir su propio local, que finalmente no prosperó por la ambición de la chef. "Me veía estancada. Si tengo que escoger entre sabores de mar o tierra, me quedo con el 'pescaíto' y el marisco", declaró.

Paladar español

"En casa me gusta prepararme una buena tortilla de patata. No hay comparación posible entre la comida española y la francesa. Tenemos todo el arte, ellos tienen la mantequilla y nosotros el aceite de oliva", bromeó la chef, "también disfruto de un buen guiso o unos pucheros en casa", añadió.

Para Herrera es indispensable mantener la esencia de lo casero, por eso, considera que los programas de televisión ensucian la magia de la cocina. "Es cierto que con tanto concurso muchos creen que haciendo una espumita se arregla la vida. Pero hay que saber que los realities son realities", consideró la chef.