Empresa familiar
90 años de Barquillos Galindo
La empresa familiar, fundada en 1927, produce barquillos y obleas como el primer día, sin haber cambiado una receta que es sinónimo de calidad y éxito
A. Lliteras Lezcano Palma
Noventa años. Cuatro generaciones de una misma familia. Ese es el tiempo y las manos que han pasado desde que Barquillos Galindo se fundara en el año1927 en Palma. Un largo transcurso en el que una empresa familiar ha apostado en todo momento por producir un dulce con ingredientes de calidad y por conservar un mismo espíritu, una misma receta traducida en éxito.
Barquillos Galindo, empresa fundada por Salvador Galindo y su esposa Josefina Rodríguez en la calle Antoni Ribas, es sinónimo de una herencia artesanal; de harina, huevo, azúcar, aceite, soja y caramelo; aunque, sobre todo, de vainilla y canela, ingredientes principales de estos cilindros en tono marrón, cuyos aromas impregnan el espacio artesanal en el que se crean. Así huele también la furgoneta, la calle palmesana e incluso la ropa de Juan Lillo Galindo, su actual gerente, y la de quien trabaja para él, Ignacio Plomer. "Allá donde voy saben que trabajo en el dulce por mi olor", menciona Lillo, escudado por Plomer, quien aprovecha para decir: "Después de tantos años trabajando aquí, mi nariz ya se ha acostumbrado al olor de vainilla y no lo nota".
El secreto de este dulce radica en escoger un producto natural, fresco, sin conservantes, ni colorantes, ni aditivos artificiales, como indica Juan Lillo. En Barquillos Galindo, la vainilla es cien por cien natural, la canela es molida y los huevos son frescos. Esa es la forma "de luchar" que tiene este negocio casi centenario. "Los pequeños para diferenciarnos tenemos que apostar por la calidad, por un producto más caro, pero la gente lo aprecia", comenta Juan Lillo Galindo, hijo de Nieves Galindo, quien fuera la dueña de la tercera generación.
En Barquillos Galindo una máquina de sesenta años de edad y que funciona a gas da la bienvenida a los compradores. Es un recibimiento estático, ya que el aparato ha dejado de funcionar hace años. Sin embargo, otras máquinas similares, más actuales, funcionan a pleno rendimiento desde las siete de la mañana. En ese momento se encienden, ya que precisan media hora para calentarse y estar a punto. A las siete y treinta comienza la jornada. Se empiezan a producir los cucuruchos y los barquillos artesanos y, tras cambiar el cabezal, también los barquillos cortos y el corazón.
Ahora, durante la temporada baja, y pasada la alta, la de Navidad, los encargos de paquetes de barquillos y obleas (producto que al unir agua con harina "no permite jugar con las calidades", como señala Juan Lillo) se hacen sobre todo por encargo. La restauración y la hostelería de rango superior son sus principales clientes.
Barquillos Galindo se vende sobre todo en Balears, aunque de forma residual llega a algún punto de la Península, como pueda ser la cadena Capuccino. En este reducto artesanal, alejado de las grandes multinacionales, se trabaja durante todo el año. En Navidad se concentra el 70% de las ventas y, por tanto, las horas de trabajo también se extienden hasta las once o doce de la noche.
Producto sin azúcar
En Barquillos Galindo recibieron hace unos años una sugerencia de una persona diabética. En ella, un cliente pedía si cabía la posibilidad de que una parte de la producción se elaborase sin añadirle azúcar. Entonces, "puse a mi equipo de I+D en marcha, eso implica yo mismo, teléfono e Internet", afirma Juan Lillo Galindo, quien tras indagar dio con un producto sustitutivo del azúcar, el maltitol, que contentó a todos aquellos a quienes por motivos de salud no se les aconseja tomar azúcar. El maltitol es un aditivo varias veces más caro que el azúcar, "aunque nosotros al ponerlo a la venta no aplicamos la diferencia que realmente se le tendría que aplicar". Lo asevera el propietario sobre un producto cuya venta, a pesar de suponer algo "prácticamente testimonial", permite al colectivo de diabéticos disfrutar de un producto natural con noventa años de historia y que antaño también compartía protagonisme con la fabricación de tapones de corcho. Con todo, Barquillos Galindo dice querer seguir trabajando y sirviendo a los clientes los barquillos "de toda la vida" y continuar apostando por la mejor calidad. Todo ello sin venderse a grandes marcas que impidan que este producto siga siendo una seña de identidad gastronómica de muchos hogares de Balears.
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