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Opinión

Nadie es Nadia

Nadie es Nadia

¿En qué se parece el periodismo a un rottweiler?

-En que ambos muerden por desconfianza.

Cuando los periodistas nos domesticamos y desobedecemos la premisa de que "todo el mundo miente", surge el escándalo de Nadia. No es el asunto de un padre que miente sobre la enfermedad de su hija, sino de un fabulador irresponsable que miente sobre sí mismo. La enésima versión del Barón Münchhausen es un narcisista que ha encontrado una audiencia, un cóctel explosivo. Sumen la emoción de las estrellas: Marc Márquez, Rafa Nadal, Jordi Évole, Ana Pastor.

Durante años, todos éramos Nadia. Hoy nadie es Nadia, incluso Nadia sigue siendo Nadie. Nos damos un atracón de televisión, pero no aprendemos. El conmovedor hijo discapacitado de Heisenberg en Breaking Bad monta una colecta digital, para pagar el tratamiento de su padre por un cáncer de pulmón. Ignora que su progenitor es un narcotraficante millonario, y que su abogado utilizará la iniciativa como una estratagema para lavar el dinero del narco.

Alguien ha mentido a los periodistas, ¿dónde está la noticia? Es un comportamiento habitual, la novedad es que se haya investigado y desmontado la patraña. En un mismo año me mintieron Rajoy y Zapatero, con mayor descaro que el padre de Nadia. No importa, comparten inmunidad con los periodistas que les aplauden, ay de quien se atreva a contradecirles. En cambio, Fernando Blanco es un timador de poca monta. Está desprotegido. Gracias a sus invenciones renace El Caso, mientras los gobernantes pueden seguir con sus Watergates en la seguridad de no ser importunados.

No rebajo el error de un científico en Afganistán que sonroja desde la primera lectura, o de la ubicación incongruente de Al Gore en la Casa Blanca durante este siglo. Sin embargo, todos sufrimos el síndrome de Estocolmo y la tentación de enamorarnos de nuestros entrevistados. Se supone que en la redacción habitan las mentes frías, los descreídos subeditors anglosajones, para detectar el embeleco. Por desgracia, se ha decidido que hay que acelerar y ahorrar simultáneamente.

Nadia es hoy más víctima que nunca. Ya no sirve para embellecer las cuentas en redes sociales de los astros del deporte y la comunicación, que a menudo ni siquiera escriben los mensajes que firman. Es ahora cuando ha sido contagiada de una enfermedad rara, precisa toda la ayuda que pueda conseguir. Sin curanderos estrafalarios y a cargo de los funcionarios siempre desprestigiados.

Si eres Nadia o Nadie, estás perdido. Los medios son el último refugio de las víctimas, un furgón por detrás de la propia justicia. El escándalo generará un escepticismo que perjudicará a afectados reales de enfermedades raras. En cambio, los "yonquis del dinero" han disfrutado de una apacible tregua. Nunca engañaron sobre su verdadero objetivo, el usuario más modesto de las black cards se embolsó más dinero que los protagonistas de esta otra noticia falsa.

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