Diario de Mallorca

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La playlist de Mallorca

El lado oscuro de una estrategia promocional

Cristina y los Stop indagaron en ´El turista 1.999.999´ la cara que se le queda al que va detrás del galardonado y describieron su acopio de entereza para no hacerse mala sangre

Carátula del disco que incluye la canción ´El turista 1.999.999´.

Allá por los sesenta, en pleno boom turístico del franquismo se puso en marcha un reclamo publicitario que ya ha pasado a formar parte del imaginario colectivo, el turista un millón. Como ocurrencia promocional no tenía precio. Habitualmente tan redonda cifra solía recaer, qué casualidad, en alguna guiri esbelta, que recibía un ramo de flores al bajar del avión, salía en prensa y recibía todo tipo de obsequios y atenciones de las autoridades. Todo un derroche de ingenio panfletario. Y es que como ya rezaba el anterior lema propagandístico ideado por los siempre sagaces cerebros de marketing del régimen Spain is different.

La estrategia en Mallorca tenía su propio ritual. "Los pasajeros en cuestión eran obsequiados por las instituciones locales y homenajeados a pie de avión. El pasajero número un millón y el pasajero número dos millones aparecían en la primera plana de la prensa española y en el No-Do con un trato de gran acontecimiento. Salas como Tagomago y Cortijo Vista Verde celebraban estos hitos con fiestas de bienvenida en base a espectáculos flamencos y la entrega de obsequios de artesanía local de las firmas de Majòrica o Gordiola", explica el musicólogo Francesc Vicens en Paradise of Love o l´illa imaginada.

Pero ¿qué cara se le quedaba al pobre infeliz que iba por delante o detrás del afortunado? Cristina y los Stop despejaron todas las dudas de los más morbosos y retorcidos en El turista 1.999.999, (1967, Ricardo Ceratto y Jorge Morell) paradigma de cómo hacer leña del árbol caído. Firme candidata a hacerse un hueco en el Parnaso sesentero, es también un gran exponente del lema, quien no se consuela es porque no quiere.

Todo un esbozo de la España de la época, además de una divertida crónica de un fiasco vacacional que participó en la cuarta edición del Festival Internacional de la Canción de Mallorca, y que aunque no fue galardonada se convirtió en la gran ganadora a nivel comercial y en uno de los pelotazos del verano.

Con un ritmo muy yeyé, batiendo en algunos tramos todas las marcas de velocidad vocal y con la cantante casi rozando la asfixia al pronunciar la cifra, la canción arranca disparando a quemarropa y hurgando en la herida.

El turista 1.999.999

Cuando llegó se lamentó.

Por bajar tan deprisa del avión

Con su minipantalón

Se ha perdido la ocasión

De tener las atenciones

Que por suerte le brindaron

Al turista 2.000.000.

Demoledor. Cómo si no tuviera suficiente el pobre turista 1.999.999 con haber dejado escapar sus cinco minutos de gloria por cuestión de segundos. Para más inri pitorreo y comentarios jocosos sobre su coqueta indumentaria. Acaba de sufrir un fiasco lacerante como el fracaso del sorpasso y encima tiene que soportar elevadas dosis de ensañamiento.

Pero por fortuna, la letra va más allá del recochineo. También hay espacio para confortar al infeliz viajero. Porque te has perdido el peloteo de tu vida sí, le vienen a decir al desventurado, pero siempre te queda disfrutar de tu idílico destino.

Pero es igual, se conformó

Y en Mallorca fue feliz como el que más,

Como el que más, como el que más,

Porque Palma le ofreció su mundo de sol,

Su mundo de sol, su mundo de amor

Y así, en un alarde de estoicismo, el pobre cenizo se entrega a los placeres que le brinda la isla. ¡Qué remedio! Y logra superar con cierta dignidad la bofetada del vil destino. Eso es promoción bipolar. De las pullas al aliento en un cambio de estrofa. Has dado el patinazo, pero siempre queda Mallorca. No hay escapatoria posible: con el sol y playa y el amor acechando a cada esquina, no hay más remedio que disfrutar.

El turista 1.999.999

Se llevará a su país

El recuerdo de este sol

Y de este mar que nunca más

Podrá olvidar.

Y así, en un acopio de resignación el turista 1.999.999 logra superar el lance consolándose en el paraíso y logra evitar que la aciaga determinación de los hados le arruine el veraneo. Crecido y ufano ante la adversidad, cual Fernando Alonso, consigue su ración de momentos inolvidables y se lleva una buena imagen de la isla, pese al chasco inicial. Todo un loable ejercicio de entereza que cualquier manual de autoayuda que se precie debería citar como caso práctico para ilustrar el capítulo de El arte de no haberse mala sangre.

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