Diario de Mallorca

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De verano

El declive de los souvenirs tradicionales

La modernización de las tiendas de recuerdos sube la media de dinero gastado y apuesta por la gastronomía y artesanía mallorquinas

Verónica Ivars en su tienda Ses 3 Maries.

­Los turistas se gastan una media de entre cinco y diez euros en las tiendas de souvenirs de Palma. Este dato, promedio calculado por los propietarios consultados, revela la situación complicada que están sufriendo estos negocios, a pesar del aumento de visitantes en la isla.

En un día cualquiera de verano, el centro histórico y monumental de la capital de las islas está lleno de gente. Muchos están sentados en las terrazas tomando un café o un refresco para aliviar el calor. Otros callejean y deciden qué recuerdos se llevarán a casa.

Aunque la ciudad haya recibido este verano más turistas que en años anteriores, el presupuesto destinado a comprar recuerdos de sus viajes no ha crecido en la misma proporción. En la tienda de Bartomeu Humbert Fiol, situada al lado del Teatre Principal de Palma, "la venta media es de entre unos cinco y diez euros", asegura el empresario, al igual que ocurre en la tienda contigua de Sebastià Canals. En ambas, los productos más vendidos son las postales, los imanes de nevera, los abanicos, los dedales y los llaveros. En definitiva, objetos cuyo precio es muy bajo.

Los mismos turistas reconocen que intentan no invertir mucho dinero en recuerdos de carácter material de la isla. "De media me gasto unos 20 euros, porque me gusta mucho comprar camisetas, que son un poco más caras", explica el asturiano Luis Tomás. Los recuerdos que compran son pequeños objetos que representan la ciudad de destino, pues se le da mucha más importancia al valor de las fotografías.

Los viajeros también tienen muy en cuenta los regalos de viaje obligados para la familia y los amigos. Este hecho hace que su presupuesto aumente un poco más. Una turista inglesa, Lynda Morgan, relata que "estando dos semanas en la isla me he gastado solamente unos 30 euros en recuerdos, porque básicamente los compro para mi familia".

Respecto a la diferencia de gasto entre personas de distintas nacionalidades, Aina Ripoll, propietaria de una tienda de souvenirs en El Born, declara que "los propios españoles son los turistas que gastan menos. Hace unos años los rusos compraban más, pero ahora vienen rusos con un poder adquisitivo más bajo. Los alemanes siempre han estado y siguen estando presentes. Pero los clientes con más proyección este año son los suecos". Aún así, hay muchos propietarios que no destacan diferencias entre personas de distinta nacionalidad, como es el caso de Bartomeu Humbert Fiol.

Los vendedores manifiestan su enfado en relación a la previsión de visitantes durante este verano. "Nos informaron que habría un boom de turistas en la ciudad. Pero estos no compran, y mira que la tienda está en el centro de la ciudad", exclama con semblante enfadado Sebastià Canals.

La evolución de los souvenirs

Las tradicionales tiendas de souvenirs a penas si llaman la atención de los visitantes y su rentabilidad va a la baja. Los productos que ofrecen se pueden encontrar en cualquier otro lado, únicamente cambiando el nombre de la ciudad en su inscripción. Así, algunas tiendas de la ciudad han querido darle un toque nuevo y original a estos populares negocios. La modernización ha hecho que estas tiendas incorporen productos propios de la isla para atraer a una clientela con unas preferencias cada vez más exigentes. "Actualmente hay dos clases de souvenirs: el de toda la vida, que lleva la palabra Mallorca por todas partes, y el souvenir más cultural, de productos autóctonos y artesanos", explica Verónica Ivars, propietaria de una tienda de recuerdos situada en la Plaça de la Pescateria de Palma.

De esta manera, en esta nueva visión de negocio se pueden comprar tanto los típicos imanes de nevera y postales, como productos de la gastronomía local (aceite de oliva o sobrasada) o los tradicionales capazos mallorquines. "Las fundas de cojines con la tela mallorquina de llengües y la cerámica mallorquina se venden mucho", cuenta Margarita Moncades, dependienta de La Insular.

Esta evolución de los souvenirs, con unos productos más artesanales y autóctonos, consiguen que la media de dinero gastado en este tipo de recuerdos sea más alta. Así que cada persona que compra en este tipo de tiendas se gasta entre unos 20 y 50 euros, también porque los productos son más caros, pero al mismo tiempo más atractivos.

La conducta de los turistas

El comportamiento de los visitantes de la isla genera controversia entre los encargados de atenderles tras el mostrador.

"Este año estoy muy enfadada con los clientes por la mala educación que tienen. Antes de entrar en la tienda o saludar ya te preguntan por los descuentos. Además, te hacen poner toda la tienda patas arriba para que después compren muy poco o nada. Y se van sin decir nada, ni gracias ni adiós", explica Aina Ripoll. Pero Magdalena Humbert Fiol mete dentro del mismo saco a los propios visitantes españoles. "Para mí, los turistas más desastrosos y maleducados son los españoles. Si rompen alguna cosa serán los primeros en esconderlo. En cambio, los demás son más honrados. Y eso siempre ha sido así".

Sin ser tan contundente, Margarita Moncades no recuerda ningún mal comportamiento de los que visitan la tienda donde trabaja. "Por ahora no hemos tenido ningún problema con los turistas, son muy educados, sobretodo los alemanes", expresa Moncades.

La reflexión final de este tema la protagoniza Verónica Ivars. "Estoy de acuerdo con el hecho de que los turistas son un poco maleducados. Pero en un país siempre conviven personas buenas y personas malas y todas tienen derecho a viajar", concluye la propietaria de Ses 3 Maries.

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