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De verano

James Costos: "Estamos felices de estar aquí, amamos Pollença"

El embajador de Estados Unidos en España y su pareja, el decorador de los Obama Michael Smith, descansan en Formentor

El embajador de Estados Unidos en España, James Costos, y su pareja, el decorador de Obama, Dustin Hoffman o Steven Spielberg, Michael Smith, llevan más de una década veraneando en Mallorca. Y se dejan ver poco en la sociedad o actos públicos de la isla. La noche del pasado martes salieron del anonimato para acudir al concierto del violinista Daniel Hope, programado en el Festival de Pollença. Llegaron diez minutos antes de las 22 horas al claustro de Sant Domingo, donde les esperaba el alcalde del municipio, Miquel Àngel March, algunos trabajadores del ciclo musical y el ex primer edil Tomeu Cifre. Costos agradeció la hospitalidad a March y se interesó por el evento cultural: días de duración y la procedencia de los artistas que participan. En concreto, preguntó si había algún americano este año.

La pareja explicó que está descansando en una casa en Formentor, una zona que conocen bien pues escasos años atrás Smith diseñó el interiorismo de una mansión ubicada en el lugar. "Estamos felices de estar aquí, amamos Pollença y volveremos a este lugar", expresó el embajador a March. Asimismo, relató que él y Michael -que acudieron con algunos amigos al concierto- son amigos de la escultora Cristina Iglesias, casada con Plácido Arango, y también con casa en Mallorca, en concreto en el Camí Vell de Campanet.

Costos, que declinó hablar de las próximas elecciones en su país de origen -"no puedo hacerlo", se excusó-, calificó de "fantástico" el concierto de Hope, que reunió a más de 600 personas.

En alguna entrevista, Costos, también conocido por su activismo gay, dejó constancia de los motivos por los que él y su pareja eligieron Mallorca como residencia de vacaciones. "Viajamos muchísimo y en cada sitio que descubríamos Michael decía: 'Oh, es maravilloso. Deberíamos pensar en retirarnos aquí'. Y yo lo miraba y decía: no. Hasta que llegamos a Mallorca y a los dos días él preguntó lo mismo y yo dije: aquí sí".

Daniel Hope cerró el concierto del martes como si de una despedida se tratara, pues su presencia en el festival -su valía artística a nivel mundial es indiscutible- se debe en gran parte a la amistad y confianza que el director de la cita (éste es su último año), Joan Valent, ha depositado en él. "Siempre es un gran placer regresar a la isla, mi familia vivió durante muchos años aquí. Me siento como si volviera a casa", compartió al final de la actuación, donde dejó fluir con virtuosismo y a través del violín una partitura de Mendelssohn. En el bis, regaló un fragmento de Vivaldi e incluso una nana. La primera parte del concierto resultó algo fría. La velada se caldeó con la interpretación del concierto para piano núm. 1 de Bach, con Sebastian Knauer al instrumento. Sólo una pega: al espectador le quedó la leve sensación de haberse perdido matices de la interpretación; el pianista daba la espalda al auditorio.

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