Montesinos sale movido. Se infiltró en aquella locura madrileña que lo vistió de chico Almodóvar en ´Matador´, y lidia una tauromaquia en que no muere ni el torero. Sus constantes vitales y modales aconsejan no desperdiciar, vestir al vuelo, firmar un estilo europeo sin pasaportes, pintar colores emergentes, escoltar a Alicia en el país de las Pesadillas. Huye de la estampa dolorosa de sus colegas atribulados por la presión creativa. Un vestido siempre va de paso, los suyos se preguntan por qué tendría que ponerme triste, si ya lo están los demás.
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