La realidad y la ficción han convivido, a ratos pacíficamente, en el cerebro de los seres humanos. La resina mental fabulatoria se desparramaba en cuencos primitivos, llamados libros. Las fronteras entre el mundo y el no-mundo se han esfumado. Lo virtual ha ocupado lo real, la ficción supera a la realidad. El cáliz del Poquémon, con ´Q´ de quijotes, equivale al Santo Grial rastreado por los caballeros medievales. El ensimismamiento ha sucedido al pensamiento, y la ciudad se convierte en el entorno ideal para entregarse a los desvaríos solitarios.
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