La hamaca es una buena aliada de esos libros que se amontonan en la estantería
A lo largo del año acumulamos ejemplares y pensamos: "Cuando tenga vacaciones los leo". Algunos dirán que títulos como El Quijote o Guerra y Paz no son aptos para los rigores del calor. Quizá los clásicos casan mejor con la calidez de la estufa invernal pero la oferta editorial es muy amplia y ver a algún bañista tumbado al sol con un best-seller puede reconciliarte con la cultura. Podemos aprovechar para acercarnos a autores premiados recientemente como Richard Ford y su Día de la Independencia.
Es imposible concentrarse si hay tantas distracciones y tentaciones alrededor
Quien diga que la lectura es para el verano es porque no ha intentado descifrar a Wittgenstein con cuarenta grados a la sombra o devorar El Ulises desde una toalla cuando el astro rey está en su apogeo. Tenemos más tiempo libre, pero de poco sirve si los elementos se han confabulado para dispersarnos. La solana nos torra las meninges y las bacanales domingueras eclipsan todo intento de concentración. Por si fuera poco, los macizos campan a sus anchas por playa y piscina arruinando nuestro encomiable propósito de un poco de erudición.
