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Mal de ojos

Insulto

Ni puta gracia ver a Santiago Segura -tenía que ser él el que coronara la payasada- disfrazado de albañil en la última cagada que se ha inventado TVE, Trabajo temporal -miércoles de madrugada-. Verlo en ese trabajo tan durísimo es un insulto a tanto paleta, yesero, o carretilla que se gana el jornal subido al peligro de un andamio, sofocado por el vapor del yeso en espacios cerrados, o manejando hormigón para encofrar edificios. El trabajo es algo tan serio y fundamental, tan necesario, que hasta en la Constitución se le nombra como derecho. No me vengan con pamplinas convirtiéndolo en espectáculo indecente, que lo es aunque su intención sea la inocente ingenuidad de ver a famosos trabajando en lo que no trabajan -Ángel Llácer como ganadero, también en el primer programa, Concha Velasco como panadera, o Ana Obregón como camarera de pisos-.

¿Cuántos meses tiene que trabajar un albañil para llevarse la pasta que el amiguete menos amiguete de la tele se ha embolsado por ese día de, oh, fatigosa grabación? Me importa una cagarruta de nutria lo mal o bien que pone ladrillos Santiago Segura. Al tipo también le importa un truño. Él se ha llevado un pastizal por ese "trabajo temporal", otra dolorosa ironía, lo único serio del programa al retratar, por supuesto sin querer, que al PP no se le traiciona desde TVE, una España que sueña con un trabajo, aunque sea temporal, pero de verdad, un trabajo por el que te dan una miseria, echas horas como si no hubiera un mañana, sabes que aunque cobres a fin de mes serás un trabajador pobre, y sabes que ese trabajo conlleva una pérdida de derechos laborales que a nadie, a estas alturas del nuevo orden diseñado, se le ocurre reivindicar. Ríete ahora, Santiaguín.

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