¿Por qué limitar el éxtasis del paladar pudiendo darnos el festín todo el año?
Qué ahí fuera se esté derritiendo el asfalto no es excusa para privar a nuestras papilas gustativas del éxtasis al que conduce la ingesta de porcella y arròs brut a mansalva. Los cobardes esgrimirán que provocan digestiones pesadas mientras, amargados, se atiborran de ensaladas y pasan más hambre que Carracuca. ¿Y para qué se inventó pues la siesta, sino para procesarlas cómodamente? El calor no es incompatible con el sabor. ¿No es suficiente desgracia el bochorno, para encima tener que subsistir a base de lechuga y tofu?
El exceso de calorías es incompatible con la ansiada frescura estival
Está bien la promoción gastronómica de un producto ´tipical Mallorca´ para deleite del viajero pero más digestivo. El exceso de calorías y condimentos resulta incompatible con una época del año en que buscamos la frescura, la ligereza y, de paso, quitarnos algunos kilos y michelines de encima por la ´operación bikini´. Donde se pongan el tumbet, el trampó y los gazpachos de verduras con la brisa marinera de una terraza de fondo que se quiten las digestiones pesadas y la acidez estomacal.
