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Antigüedades

Un sector golpeado por la crisis

Aseguran los anticuarios que, llegada una recesión, son los primeros en caer y los últimos en salir de ella - Ahí siguen, "sin ver la luz al final del túnel" - De 47 en 2007 han pasado a solo 9

El sector de las antigüedades, un negocio boyante hace diez años, decrece en Mallorca a un ritmo preocupante. Así lo afirman los profesionales consultados por este diario, que no ven "la luz al final del túnel", lamentan la criba que se ha producido -de 47 anticuarios en el año 2007 se ha pasado a solo 9-, cargan contra la inquietud por las "decoraciones minimalistas" por parte de los jóvenes y piden una "sensibilización" ante el arte.

"En este sector, cuando hay una crisis económica somos los primeros en enterarnos y los últimos en salir de ella. Ante una recesión la gente prescinde de todo lo que es superficial, lujo o coleccionismo; y cuando todo vuelve a ponerse en orden y funcionar, y empieza a haber un sobrante de dinero para caprichos, entonces volvemos a resurgir. Eso aún no ha ocurrido. Los anticuarios seguimos en crisis, exactamente igual que en 2007. No se puede hablar, para nada, de atisbo de recuperación", asegura Daniel Cota, el presidente de la asociación de anticuarios de Mallorca desde hace nueve años.

Al contrario de lo que afirman algunos expertos, al señalar que "la crisis es una oportunidad para captar más clientes", Cota no le ha visto nada positivo en una recesión que, en este sector, "no solo afecta a Balears, también a Europa".

"Son muchos los coleccionistas que intentan guardar sus artículos, con lo cual se agrava aún más el mercado. Porque aparte del stock que existe, entra stock nuevo y con menos posibilidad de poder venderse, con lo cual se da una recesión y bajan los precios, al haber demasiada oferta", explica el responsable de Antigüedades Antiga, tienda situada en la Costa de sa Pols, en Ciutat.

El arquitecto e interiorista iraní Jamil Missaghian fundó no lejos de allí, en Jaime III, su galería de antigüedades Persépolis hace ya 40 años. Especializado en mobiliario y objetos de los siglos XVI, XVII y XVIII, así como en pintura antigua, está reconocido como uno de los anticuarios más prestigiosos de España, con una gran clientela de coleccionistas, entre ellos museos, interioristas y anticuarios internacionales. Su diagnóstico de la situación actual es descorazonador: "Vivo el peor momento en la historia de mi negocio".

El gusto o la necesidad por las decoraciones minimalistas están detrás del cierre de buena parte de las tiendas de antigüedades, según Missaghian. "El minimalismo viene de simplificar la vida. Hoy el hombre trabaja, la mujer trabaja, y nadie tiene humor para ponerse a limpiar un mueble que con un trapo ve cómo se levanta la chapa, o para acudir a un herrero, que por arreglarte una cerradura de un mueble del siglo XVIII te cobrará 200 euros".

"Europa -continúa Missaghian- siempre va al arrastre de Estados Unidos, donde ya están de vuelta del minimalismo y se está produciendo una recuperación de las antigüedades", advierte con tono optimista.

"Soy optimista porque creo que el futuro sensibilizará a las personas, como pasa actualmente con las comidas. La gente tiende a alimentarse de un modo más sano. Espero que se resuelva la carencia de sensibilidad y cultura en el cliente respecto al arte", expresa.

Como la mayoría de anticuarios, el responsable de Persépolis sostiene que la inversión en arte antiguo se comporta como "un valor seguro y constante", con una rentabilidad garantizada que se une al disfrute de la posesión de la pieza, y si han bajado los precios de las antigüedades es porque "las subastas han hundido los precios", espeta.

En este mercado tampoco se está produciendo un relevo generacional. "El perfil del cliente va envejeciendo. No entra cliente nuevo. Con la crisis no ha cambiado el perfil. La gente joven no suele entrar mucho en el campo de las antigüedades, sí en el de la decoración. El cliente medio ronda los 50 años en adelante, está muy aposentado y presenta gustos muy clásicos", afirma el presidente de los anticuarios, Daniel Cota.

Y los pocos jóvenes que se sienten atraidos por este mundo y pueden moverse dentro de él lo hacen con comportamientos distintos a los registrados hasta ahora. "Antes se compraban antigüedades con mentalidad especuladora. Uno adquiría una pieza por 1.000 euros pensando en sacar 5.000. Los jóvenes no tienen esa mentalidad. Compran un mueble de diseño por 20.000 y cuando se cansan de él, lo tiran", asegura Missaghian.

Detrás de esa actitud está la educación, según este experto, que echa en falta una mayor apuesta por materias como Historia del Arte en los colegios españoles, algo que sí se produce en otros países europeos. "En Finlandia, por ejemplo, los alumnos reciben clases de carpintería, con lo que aprenden el valor de una mesa y no se deshacen tan fácilmente de ella. Confío en que todo esto se resuelva en el futuro".

Unas herramientas que pueden ayudar a "enamorar" al público juvenil son las nuevas tecnologías (internet, Facebook, Twitter), pero el triunfo de este idilio dependerá del anticuario, culpable, en parte, de que el arte antiguo no resulte tan comercial como tiempo atrás. En este sentido, la web de Persépolis es un ejemplo a seguir, al ofrecer todo tipo de información y detalles sobre los productos en venta. Como muestra, una de sus últimas novedades, un reloj de sobremesa Luis XV, Italia, 1750, en bronce dorado con oro fino, que se puede adquirir por 18.000 euros.

Apunta Missaghian que "el anticuario es un aventurero que siempre quiere descubrir cosas nuevas" y que "disfruta más con la compra que con la venta".

Prácticamente todos los anticuarios de la isla trabajan con género local, es decir, compran todos sus artículos en Mallorca, ya sea a mallorquines o extranjeros. "Con 43 años de experiencia, todo lo que sea traido de importación, ya sea mueble francés, castellano o inglés, no acaba vendiéndose bien en Mallorca. En la isla el género es muy exclusivo, tenemos la suerte de tener uno de los mejores muebles que hay dentro del catálogo nacional y no hay otra alternativa. La gente está acostumbrada a un tipo de mobiliario y este es el que se vende. Y el residente que viene y compra una casa y la amuebla aquí, adquiere este gusto", subraya Daniel Cota.

Otro histórico del gremio es Jordi Durán, al frente de La Gran Ocasión desde hace más de veinte años. "Han sido tiempos muy duros", confiesa, y "solo los que teníamos locales propios y no teníamos que pagar alquileres, personal con experiencia y habilidades, hemos podido aguantar el bajón".

Un bajón que traduce en números. "La restauración ha bajado en torno a un 40 por ciento con la crisis. Si antes se exigían muebles muy brillantes, hoy solo se pide que se abran los cajones y las cerraduras; si el mueble está gastado, no importa", apunta este anticuario que también trabaja, alquilando y vendiendo, con clientes procedentes del mundo del cine, la publicidad y la televisión. "En volumen de ventas -continúa Durán- me mantengo a un 80 por ciento, pero en el importe en euros he descendido hasta un 50 por ciento respecto a antes de la crisis. Y qué decir del alquiler de mobiliario para filmaciones de cine y televisión. Ahí he bajado hasta un 80 por ciento".

La antigüedad reivindica su espacio. La última feria importante del gremio se celebró en 2008, en el recinto de Ifebal. De 104 expositores de aquella cita se ha pasado a los 13 que registró la Fira d'Antiguitats i del Col·leccionisme de la Serra, el pasado mes de octubre. "Hoy sería imposible reflotar una gran feria", lamenta Cota.

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