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Con Ciencia

Prosperidad

Prosperidad

Uno de los mantras que se manejan en el mundo científico es el de la importancia que tienen los proyectos de I+D (investigación y desarrollo), que es como se les conoce, para la prosperidad de los países lo bastante maduros como para invertir una parte considerable de su presupuesto en ciencia. Esa certeza proviene de estudios que se realizan en particular en los Estados Unidos, donde los avances obtenidos en los laboratorios inciden en la economía digamos general de forma notable a través de las patentes que tienen luego un uso industrial. Tanto es el deseo de todo gobierno competente de seguir por esos mismos pasos que los propios proyectos añadieron un i minúscula a su nombre (i de innovación), pasando a ser I+D+i como mejor forma de expresar que con la investigación no basta; hay que innovar también, y hacerlo trasladando los resultados científicos que se alcancen.

Pero la cadena entre ciencia y prosperidad tiene otra sucesión de eslabones: la que aparece en el entorno individual. ¿Logran los jóvenes mejores resultados en términos de empleo cuando se dedican a la investigación? Nikolas Zolas, del la oficina del censo del Gobierno de Washington y sus colaboradores economistas de distintos países han publicado en la revista Nature las conclusiones de un estudio realizado con los datos censales de los Estados Unidos en el que se relacionan los empleos y sueldos obtenidos entre 2010 y 2012 por quienes lograron su doctorado entre 2009 y 2011. Cerca del 40% de quienes lograron su título de doctor consiguieron trabajo con salarios proporcionalmente mayores en el sector industrial de altas tecnologías, manifestándose una tendencia geográfica a la hora de lograr esos empleos sustanciosos: se concentran en especial alrededor de las universidades en las que se ha llevado a cabo la investigación.

Pero las cifras tienen siempre dos caras, por supuesto. La primera y bien evidente, que el 60% de los doctorados no logró ese resultado tan apetecible. Con la circunstancia negativa de que no existe suficiente información para poder averiguar qué mecanismos llevan al triunfo y qué obstáculos lo impiden. Sólo el Reino Unido ha gastado una suma considerable 34 millones de libras esterlinas en costes directos y mucho más si se añaden los indirectos para estudiar 7.000 casos sobre la relación que existe entre becas para investigar, publicaciones y patentes. Así que lo más crucial en el trabajo de Zolas y colaboradores abre un campo pionero y, de entrada, pone de manifiesto que el lazo entre nivel de investigación y prosperidad económica no está garantizado: cuenta con un grado muy alto de variabilidad dependiendo de los sectores y de los países. De hecho los autores reconocen que su estudio se centra demasiado en universidades del Medio Oeste con amplios estudios de ingeniería y medicina. Sería excelente ampliar ese foco y hacerlo en otros países. Entretanto, si usted es un joven que comienza su vida profesional, y puede hacerlo, doctórese por si acaso.

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