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Entrevista

Arnau Pons: "La poesía es un observatorio frágil de la sociedad del momento"

"Celan denunció los crímenes cometidos por la Alemania nazi e hizo poesía contra la poesía"

Arnau Pons (Felanitx, 1965) es uno de los estudiosos más solventes de Celan. manu manzano

-¿Qué ha aportado la traducción a la cultura europea?

-Mucho. Por una parte, la traducción tiene una carga apropiativa. Es el caso, por ejemplo, de Ramon Llull, que releyó y reescribió mucho de acuerdo a su misión o credo. Por otra, la traducción tiene una carga de contrabando de ideas, de hacer circularlas de un lugar a otro. Es el caso de las traducciones árabes de los filósofos griegos en la época de Maimónides o las diferentes traducciones de la Biblia.

-¿Por qué Celan?

-Hace muchos años que me dedico a él. Mi sensibilidad lingüística pienso que se acerca a su manera de escribir. Llegué a Celan por casualidad en los años 90. Recuerdo que estaba en la librería Laie de Barcelona, mirando un libro de la editorial Hiperión, de Jesús Munárriz, que también es traductor de Celan. Miraba la solapa de uno de sus libros cuando leí el apellido "Celan". Me llamó la atención. Entonces busqué un libro suyo y me lo llevé. Era De umbral en umbral, que fue el primer volumen que traduje y publiqué en Labreu Edicions.

-¿Cuáles son las principales dificultades a la hora de traducirlo?

-Celan es un poeta muy comentado por los filósofos. Derrida, entre otros, lo hizo. En Celan han confluido e incluso enfrentado distintas maneras de leerlo. Es un autor muy debatido, paradójicamente muy leído y difícil pero no imposible. Mi trabajo demuestra que toda poesía bien construida y elaborada es posible leerla. Además, la poesía difícil existe desde el principio de los tiempos. No comenzó con Mallarmé como se ha dicho. Está toda la senda de poetas griegos que tenían que ser herméticos porque se jugaban la vida. El caso de Celan es distinto porque él no tuvo que encriptar su mensaje. Celan lo que hizo es denunciar los crímenes cometidos y la parte de la cultura alemana que llevó a la destrucción de los judíos de Europa.

-¿Y por qué es difícil?

-La poesía de Celan es difícil porque llevó a cabo una empresa grande y ambiciosa. Lo que hizo es hacer poesía contra la poesía. Rindió cuentas a los anhelos de sublimación de la poesía. Analizó el mismo gesto enfático de la poesía. Celan es muy crítico en sus poemas y a la vez toma distancia hacia el tema que analiza. Esta reflexión tan crítica y profunda es lo que le hace intrínsecamente vigente y necesario hoy día.

-¿No es un autor lo suficientemente leído?

-A veces parece que los jóvenes poetas de ahora escriben con amnesia. Hay mucha gente que tiene prisa por ser leído y tener éxito. Y cuando tienes prisa pasas por alto muchas cosas. Veo mucho anhelo por estar presente en todo, ser halagado, premiado y leído.

-¿Y usted no quiere serlo?

-Cada cual se ha de poner en el lugar que le vaya bien y donde pueda crecer intelectual y poéticamente. No es que yo dé la espalda a mi entorno. Y sí me interesan los autores catalanes, que quede claro. También he trabajado sobre algunos. Por ejemplo, sobre unos textos de Agustí Bartra sobre campos franceses de republicanos. Pero son textos para los que no he encontrado editor.

-¿Tiene muchos trabajos que no han encontrado editor?

-Tengo mucho trabajo hecho en el cajón. Me he dado cuenta de que por ejemplo en Francia interesan más según qué cosas y hay más facilidades que aquí para editar. El público francés acogió muy bien Nissaga d'abolits, un ensayo de Celan que publiqué en la colección Traus de Lleonard Muntaner. La universidad de Princeton, por ejemplo, saca ahora un volumen de pensadores judíos de la modernidad, desde Freud a Judith Butler, y Celan me lo han encargado a mí. Afuera sí que encuentro un mayor encaje para mis textos. Aquí hay muchos cedazos que no son necesariamente de rigor científico. Y esto lo digo sin ningún tipo de resentimiento. Estoy muy bien. Ahora también doy clases en una universidad de México sobre teoría de género. Trabajamos la familia como el primer lugar donde llevar a cabo la revolución social y política.

-¿Se relaciona con Mallorca?

-Desde hace tres años, prácticamente no tengo ningún tipo de intercambio. Ya no me queda familia pero sí tengo amigos. Voy a Mallorca porque quiero que mis hijos tengan un infancia en parte enraizada en la isla, la tierra donde yo aprendí los colores y los olores.

-¿No han mostrado interés por su trabajo las instituciones culturales o académicas de la isla?

-No hay interés por que exista ese contacto. La UIB, por ejemplo, va por un camino y a mí me interesan otras cosas. Simplemente, no hay puntos de convergencia.

-¿En qué no se entienden?

-En Mallorca hay un sentimiento muy concreto de lo que se ha de conservar de la cultura catalana. Cualquier gesto de deconstrucción de esto es visto como una traición o subversión.

-También traduce a Jean Bollack, uno de los últimos intelectuales judíos potentes en Europa. ¿No controla la intelectualidad judía gran parte de la cultura?

-Yo no diría controlar. Lo que sí consiguen es hacerse notar mucho allí donde llega la cultura y la ciencia. El motivo: los judíos tienen una cultura del libro muy potente porque históricamente fueron desposeídos. Es un pueblo disperso que tiene una serie de características comunes: toleran muy bien el ateísmo, no tienen Papa y siempre han estado como teniendo un pie dentro y otro fuera de las sociedades donde vivían. Es una gente que siempre ha tenido que enfrentarse a una identidad que no es fija. Por eso son muy permeables y presentan pocos complejos a la hora de explicar las cosas. En el Talmud ya está presente la cultura de la contradicción y el debate. También tienen un carácter iconoclasta.

-¿Se siente cerca de esa identidad?

-Sí. En Mallorca los judíos han dejado una huella espectral. Una suerte de presencia-ausencia. Yo he querido aceptar una herencia judía por mi sensibilidad lingüística y lectora. Mis preocupaciones por la identidad podrían crecer bien si asumo el legado judío. A Blai Bonet, por ejemplo, también le preocupaba mucho toda la cuestión judía. O a Bartomeu Fiol. No soy el único.

-¿Cómo está viviendo desde su retiro en Collserola el proceso soberanista de Cataluña?

-Es un momento muy interesante. Suceden cosas muy curiosas. Y ves los mecanismos políticos del Estado español y te das cuenta de que debería existir una verdadera separación de poderes. En momentos como éste es cuando se comprueba el estado de salud democrática.

-¿Cómo va su propia producción poética?

-El último libro que he publicado es Llum de ganivet (Jardins de Samarcanda). Ahora estoy escribiendo otro poemario. La poesía es para mí como un diario. Y como Celan o Beckett, intento siempre estar lejos del énfasis.

-La poesía crítica con la sociedad no suele ser distante, es más directa y se engloba bajo el epígrafe "poesía social".

-En la poesía social hay una confusión entre tema y poema. Ahora el problema es otro: muchos poetas confunden temas con ocurrencias. El poema ha de servir para medir cómo es una sociedad. Lo que se dice de un poema o de un poeta dice mucho sobre la relación que mantiene la gente con el lenguaje. La poesía es un observatorio frágil de la sociedad del momento.

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