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Entrevista

Sara Mesa: "Llegar a la razón o al buen sentimiento ahora significa ser políticamente incorrecto"

Ojos de timidez teñidos de azul y Sevilla -ciudad en la que reside- en el verbo. Sara Mesa, finalista del Herralde de Novela en 2012, habla de cicatrices...

La escritora Sara Mesa (Madrid, 1976), ayer, en el Hotel Formentor. guillem bosch

Ojos de timidez teñidos de azul y Sevilla -ciudad en la que reside- en el verbo. Sara Mesa, finalista del Herralde de Novela en 2012, habla de cicatrices en su última obra, las que produce una relación enfermiza y obsesiva cultivada a través de internet. Promete un libro de cuentos para el año que viene, historias en torno a la culpa con personajes infantiles y adolescentes. "Me fascinan esos momentos que vivimos de pequeños que nos van a marcar a lo largo de nuestra vida", confiesa. Para ella la literatura es pensamiento y una vía de autoconocimiento. Gusta de escribir sobre temas que no tiene del todo claros.

-Ha elegido El padre y La madre de Edward St. Aubyn para hablar de la infamia. ¿La familia es el escenario perfecto para ejercer el peor de los males?

-He escogido esta saga porque es maravillosa. Es admirable la manera en que Aubyn habla de la maldad y transmuta experiencias personales en literatura. Y por otra parte porque sucede en una familia. Como escritora me interesa mucho explorar las relaciones que se dan entre las personas en círculos muy pequeños. Puede ser una relación de amigos, una pareja, hermanos... La maldad en la familia es la que más nos inquieta y horroriza porque se presupone que es el lugar del amor y de la protección.

-Es una saga autobiográfica, ¿verdad?

-Sí. Pero al ser novela, Aubyn diversifica los puntos de vista. Se mete en la mente del padre, en la de la madre, en la de los amigos, etc. El libro tiene una textura de novela, no de memorias, pero las experiencias son biográficas en un 90%.

-Los personajes son aristócratas, cuando la maldad se suele asociar a personas que padecen la violencia del sistema.

-Al principio, cuando me invitaron a estos encuentros, me planteé hablar de personajes que padecen la desigualdad social. Por ejemplo, del niño de La Virgen de los sicarios de Fernando Vallejo o de los marginados de los relatos de Hubert Selby. Pero me di cuenta de que este tipo de maldad me inquieta menos que la que se ejerce en el seno de una familia acomodada, en la que no falta nada material ni cultural. El padre del libro de Aubyn es malo porque es un esnob. Es el esnobismo de una persona de clase social alta que no siente empatía por nadie e incluso siente desprecio por la clase social inferior, erigiéndola en objeto de burla. Es un tipo de maldad que se ejerce desde una posición en la que se tiene la sensación de poder hacer lo que te dé la gana. Son personas que sienten que poseen cierta inmunidad moral porque su maldad no les acarrea consecuencias ni personales ni legales. En cierto sentido, sienten que están por encima del bien y del mal.

-En el caso de este padre que viola a su hijo hay que señalar que es un hombre aceptado socialmente en su entorno.

-Es un personaje que genera simpatía a su alrededor. Los de su entorno le reían los chistes cuando les contaba las humillaciones a las que sometía a gente de clase inferior. Cuando Aubyn escribió estos libros, muchos amigos de su padre le retiraron la palabra. Yo me preguntaba qué tipo de poder magnético puede tener una persona así.

-¿No tiene rasgos de psicópata?

-Ese personaje no lo es porque es consciente de que no está actuando bien cuando viola a su hijo. Por eso le dice que no se lo cuente a nadie. Ese padre tiene la convicción de que todo lo que se sufre y padece en la infancia va en aras de poder soportar después cualquier cosa en la vida. También es de los que creen que pensar que el mal es malo es de biempensantes. Es cierto que lo políticamente correcto a veces es detestable, pero me preocupa que la maldad pueda estar bien vista. Este pensamiento se está extendiendo de tal forma que lo políticamente incorrecto parece que es ahora ser políticamente correcto, llegar a la razón o al buen sentimiento.

-Su último libro es Cicatriz. ¿Cómo se curan las heridas morales?

-Depende de los casos. Hay heridas que no se pueden curar. En el caso de Aubyn, después de lo de su padre, cayó en las drogas y en el alcohol. Salió de todo aquello y ahora lleva una vida normal. Fue después de escribir estos libros. Dice que cuando los escribía revivía todas aquellas experiencias, pero que pudo pasar página y cerrar el capítulo. La protagonista de mi novela también termina siendo escritora. La cicatriz se le va a quedar para siempre, porque las cicatrices no se borran, pero quizá escribir le permitirá pasar página. De algún modo hay que sacar esas cosas que están dentro.

-Habla directamente de la impostura, de la representación de uno mismo en los tiempos de las redes sociales. ¿Qué opinión le merecen?

-No soy apocalíptica en este sentido, pero las redes sociales potencian el disfraz y la impostura, pero también el control y la manipulación. Es algo que creo que he reflejado en la relación virtual que mantienen los dos protagonistas. Las redes también permiten cierta inmunidad, reforzada por la distancia que se da entre los dos sujetos. Pero, insisto, el tema de la novela no son las redes.

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