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A Tiro

Una oportunidad

Es pronto para derramar alegrías. Todo a su debido tiempo. Sin embargo, ya es un paso que el nuevo concejal de Cultura Miquel Perelló afirmara que su negociado debe jugar un papel importante en la confección de las fiestas de Sant Sebastià, unos festejos en manos de algo que hace años convinieron en llamar Participación. ¡Qué digo "un paso", se trata de una zancada de tiranosaurio rex! Lo que digo es muy serio y revolucionario: podría haber criterio artístico en la revetlla. Sé que el ojo que ahora lee no creerá lo que ve. Yo tampoco. Sólo sé que es una oportunidad. La señal de que hay una intención de cambio en este sentido es el nombramiento de una profesional del mundo de la música -cantante- en el equipo de Perelló: Noemí Garcies, quien ya es la coordinadora general de Cultura del Ayuntamiento de Palma. Todos esperamos que luche por ese cartel mediocre e insultante para cualquier persona interesada por la música. Por esa programación del ayer que sólo refleja dejación y desinterés por la cultura. Esperamos pequeñas revoluciones y que ella defienda el cambio de modelo y los criterios de selección de una revetlla eternamente paupérrima e insatisfactoria, como una sociedad decadente con la fama y la vanidad como principio moral.

En el Govern, expectativas defraudadas. Vista la conselleria de tropecientas mil cosas más (Participación, Transparencia, Política Lingüística, Deportes y Juventud, en un momento determinado también se barajó Consumo) y Cultura -siempre al final, como salvada in extremis-, convenimos otro año que el área tampoco es una prioridad para la izquierda. Por no existir, ni siquiera hay una dirección general exclusivamente de Cultura. Vamos bien.

Sin dinero. Los recién llegados se van a encontrar con unos meses difíciles en algunos aspectos. Cierto es que hay muchas cosas cerradas y ya firmadas, pero la caja está vacía en algunos departamentos. En primer lugar, ya publicamos en este diario que la Fundació Palma Espais d´Art (Casal Solleric, Ses Voltes, Casal Balaguer) se ha quedado sin fondos para programar a partir de septiembre. Problemón. Y dos, el Institut d´Estudis Baleàrics ya ha repartido toda la partida -500.000 euros- que había destinado para convocatorias públicas de subvenciones. El que tenga un festival en mente y no haya movido papeles o el que neceiste una ayuda para participar en algún certamen que esté fuera de la isla, deberá buscar por otras vías. En año electoral, el que no corre vuela.

Acabo de visitar la exposición de Pentti Sammallahti impulsada por la Fundació Toni Catany. Junto a la de Sebastião Salgado en CaixaFòrum, es la mejor muestra fotográfica que en estos momentos puede contemplarse en Mallorca. Que haya que hacerlo en el claustro de Sant Bonaventura de Llucmajor es gracias al convenio que se firmó con el Ayuntamiento, una solución hasta que exista el Centro Internacional de Fotografía, en el que tenemos depositados todos nuestros desvelos. ¿Por qué el Consell no impulsó el proyecto cuando hemos sabido esta misma semana que le sobraron más de cien millones de euros? La respuesta seguramente es zafia.

Las fotorafías de Sammallahti forman parte del ciclo de muestras en que será posible conocer al artista de Llucmajor a través de los fotógrafos de su propia colección. En realidad, son pequeños catanys venidos del frío. El finlandés trabaja sobre pequeños formatos, casi miniaturas en algunos casos, y parte de tres tradiciones en su mirada: el instante decisivo de Cartier-Bresson, la contemplación y el conocimiento de la pintura. Hay instantáneas que casi son brueghels y otras cuadros del Renacimiento. Los animales -sobre todo los perros- son utilizados en las obras más narrativas, donde se explican fábulas sencillas sobre el funcionamiento del poder, la astucia, etc. El humor cobra sentido en la mirada de este fotógrafo-poeta. Puede visitarse hasta el 9 de agosto.

El bombazo llegará el 29 de septiembre, con la muestra del proyecto de Catany sobre las cerámicas negras de Miquel Barceló. El artista de Felanitx también prestará algunas de esas piezas, por lo que será posible establecer un diálogo entre la obra real y la mirada que el fotógrafo adoptó ante ellas.

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