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Arte. Crítica

Soportes de resistencia

Pieza de Andrés Planas.

El cuadrado es el mejor medio para plasmar el arte puro, es considerado el elemento artístico más elemental y fundamental, y por lo tanto, supremo. El cuadrado representa la sensibilidad no-objetiva, la percepción de la no objetividad. Y de cuadrados y medio cuadrados anda el tema. Andrés Planas (Palma, 1957) expone en Pollença más de cincuenta piezas, compuestas, principalmente, de sensaciones personales. También, de cómo esta subjetividad activa el espacio en cuanto a sujetos que somos. A través de dos parámetros, Andrés Planas articula los cuadros que se mueven en un único plano y una escasa gama cromática.

En su anterior propuesta expositiva, el artista se apropiaba de objetos y los manipulaba, incorporando elementos intrusos o raros. Un gesto lúdico y algo más que el utilizar prótesis mamarias y pintar cráneos o curas con sotanas amargas, era una ficción en la que todo era posible, lo cierto es que la irrealidad de la ficción no es lo fantástico ni lo inverosímil, sino siempre posible en la realidad. Ahora Planas cambia su discurso y se fija en Malévich, el máximo representante del suprematismo, una de las principales corrientes defensoras de la abstracción geométrica en la Rusia del primer tercio del siglo XX.

Andrés Planas nos presenta cuadros de gran sencillez compositiva, contraste cromático mínimo, buena factura y silencio elocuente. Dice que le interesa el infinito, y bajo una reivindicación de lo casual y lo accidental, divide y dispone.

Puede que la naturaleza no exista; puede que sólo sea una construcción personal que cada uno erige. Hay quien piensa que la naturaleza es un escenario neutral, pero se equivoca. Es un espacio cultural, artificial, y si lo estás mirando, es porque ya es cultura. Y así hasta el infinito, algo que no termina, pero que el arte logra alcanzarlo recurriendo a lenguajes más allá del tiempo y del espacio.

*Andrés Planas

Cuadrado sobre cuadrado... y así hasta el infinito. Tributo a Malévich

Espai d´Art (C/Reina Maria Cristina, 9. Pollença. Hasta el 10 de diciembre

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