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Cómic

Max dibuja el exilio a través de Alberto Manguel

El Premio Nacional de Cómic ilustra un relato del autor argentino que reflexiona sobre la inmigración a partir del regreso de Ulises

Viñeta del libro publicado por Nórdica.

Las fronteras, el exilio, el regreso, sentirse un extranjero en la propia tierra, el desarraigo... Éstas son algunas de las cuestiones que cristalizan en el relato de Alberto Manguel ilustrado por Max y recién publicado por Nórdica.

El regreso de Ulises, así se titula el volumen, es una historia protagonizada por el mítico personaje de la Odisea, quien tras muchos años de ausencia decide volver al lugar del que partió. Sin embargo, ahora todo es diferente: al recorrer la que fue su ciudad, a la que no logra reconocer, se topa con un personaje que había conocido en otro tiempo, la Sibila de Cuma.

"Lo que más me costó fue dar con el aspecto de los dos protagonistas, que se encuentran en la ciudad natal de Ulises después de miles de años de rodar por el mundo, un viaje muchas veces dramático", refiere el dibujante afincado en Mallorca.

Otro de los desafíos a los que se enfrentó el artista, acostumbrado a moverse más en el terreno de las ideas y de los conceptos, fue el de dibujar la ciudad, en concreto los barrios periféricos de las grandes urbes, "todos muy parecidos y con los mismos problemas", considera. "Viviendas mal construidas, calles sin asfaltar, ciudadanos de todas las razas por las calles... Cuando Ulises regresa y comprueba con sus ojos el estado de esos distritos, siente que desconoce su propia ciudad", explica el artista. Un sentimiento de no pertenencia a una comunidad que padecen los desplazados. El desarraigo.

La inspiración para dibujar a los personajes no la halló Max en la documentación exhaustiva a través de libros de historia o anteriores representaciones y aproximaciones artísticas. "Con Ulises fue sencillo. En esta historia tiene aspecto de abuelo [hay que recordar que el personaje regresa a su tierra de origen después de un largo periplo]", apunta. Sin embargo, el rostro de la Sibila se le resistió un poco más. "Lo vi claro cuando contemplé en una foto de periódico el rostro de una anciana palestina que lloraba desconsolada después de un bombardeo en Gaza", comenta el dibujante.

Evitando el spoiler a toda costa, Max asegura que el relato de Manguel "no contiene enseñanzas morales". "El final es enigmático, algo abierto, y le permitirá al lector entender mejor cuál es el sentido de la historia", refiere.

El tándem Max-Manguel arrancó cuando el primero conoció al escritor argentino a raíz de ilustrar en 2006 un libro de Marco Denevi, Un perro en el grabado de Durero titulado El Caballero, la Muerte y el Diablo. "A Manguel le gustó mucho, luego nos conocimos e hicimos buenas migas", comenta el Premio Nacional. "Poco después, me envió este relato sobre Ulises en el siglo XXI para que lo ilustrara", agrega el dibujante. Sin embargo, la crisis se cruzó por en medio y paralizó el proyecto, a la espera de editorial.

El libro se desencalló el año pasado a raíz de la buena relación de Max con el editor Diego Moreno de Nórdica, para quien ya había ilustrado El fogonero de Kafka. "Le comenté que tenía este otro proyecto y le interesó. Asimismo, creo que los libros ilustrados para adultos están en auge", sostiene el dibujante. Tanto es así que acaba de terminar los dibujos para un poema extenso de Ana Merino reunido en un solo libro.

En preparación, fragua otro proyecto personal "muy abierto" y de momento de difícil definición. "Se trata de ir haciendo sobre la marcha y ver qué pasa", comenta enigmático. El punto de partida: los gigantes blanco y negro que ya hicieron un cameo en su anterior novela gráfica, Vapor.

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