Bailarina y coreógrafa. Premio Nacional de Danza 2004, debutó en el Ballet Nacional de España con 14 años de la mano de Antonio ‘El bailarín’, una formación de la que llegó a ser directora. La artista, gran defensora de la Escuela Bolera como germen de la danza española, presenta el próximo día 29, en el Auditòrium, ‘Almas’. Ha bailado con Antonio Gades o Joaquín Cortés y ha colaborado con Maurice Béjart, Miguel Narros, Carlos Saura o Bigas Lunas-¿Qué ha preparado para el Auditòrium de Palma?

-Hace mucho que no vamos a Mallorca, unos 12 años calculo. Junto al teatro hemos preparado lo que sería el escaparate de la danza española porque ahora mismo la gente no la identifica mucho. Es un espectáculo pensado para que el público tenga una perspectiva de lo que es la danza española. Es una gala especial que recoge dos piezas de mi espectáculo Permíteme bailarte, cuatro de Adalí y otras con música de Albéniz. Sé que en la isla hay academias que están enseñando danza española y este espectáculo está pensado también para esos alumnos. Por eso, antes del montaje, impartiré varias masterclass para ellos.

-Usted lleva años reivindicando lo que se conoce como Escuela Bolera. ¿Se está olvidando el género?

-Aquí hay un problema. Desgraciadamente, como pasa en este país, la danza española está por el suelo. En danza clásica es cierto que tampoco hay compañías. Pero España nunca ha tenido esa cultura tan fuerte por lo clásico porque no somos Rusia. En nuestro país tenemos la danza española y los alumnos de esta disciplina se tiran muchos años en el Conservatorio para después encontrarse sin compañías en las que trabajar para expresar este patrimonio cultural único en el mundo que es nuestro.

-¿La danza española se conoce lo suficiente por todo el mundo o se confunde con el flamenco?

-En general, hay confusión sobre lo que es la danza española pero la gente cuando la ve le encanta. Es un problema de prejuicios quizá. Yo creo que hay que ir educando al público desde pequeño. Es una pena que alumnos de esta disciplina estén bailando en El Rey León. Estoy muy preocupada porque hay mucho talento, pero no hay dónde bailar.

-¿Las instituciones no apoyan lo suficiente?

-No. El 21% de IVA nos ha matado. Es cierto que nos hemos podido beneficiar de Platea, del programa estatal de circulación de espectáculos de artes escénicas en teatros locales, pero con la danza siempre es más complicado.

-¿Es difícil adaptar la danza española a la actualidad?

-Al haber trabajado con muchos de los mejores bailarines y coreógrafos, la adaptación es bastante natural para mí. La base de la danza española es la Escuela Bolera, que se gestó bajó las influencias de los bailes cortesanos franceses e italianos del XVII. Es un baile fuerte, con mucha velocidad en la zapatilla. Un baile que se encuentra en los grabados de Goya. La Escuela Bolera es la base del flamenco también. Para adaptarla a la actualidad hay que ser muy riguroso y conocerla en profundidad para hacerla evolucionar.

-Hubo una época de grandes artistas de la danza española, un boom de compositores, una escena... Ahora la situación es muy distinta.

-Sí, hubo una época fantástica. Pero lo cierto es que la danza siempre ha sido la rama más pobre de este país. Y no se entiende demasiado bien porque no hay fronteras para la danza. El bailarín se siente un poco huérfano en este país. Y, por supuesto, que se conoce más la danza española fuera que dentro. Por ejemplo, me dejó perpleja lo mucho que se entendió y apreció en Grecia mi espectáculo Permíteme bailarte, dedicado a Pilar López y a Antonio El bailarín.

-¿Cómo ve la danza que se hace actualmente en España?

-En general, creo que hay confusión. Veo brazos que no me gustan, la colocación del cuerpo... Ha habido años en que valía todo: se juntaban cuatro y fundaban una minicompañía. También hubo muchas pajas mentales y grupos que te ofrecían algo que no llegaba a ser flamenco pero tampoco danza española. En serio, a mí todo eso me marea. El gran Antonio Gades decía: "Si yo interpreto para coger la flor, no me líe, no puedo zapatear tanto". ¿Qué ha pasado con la crisis? Que los programadores van más a caballo ganador. El público que se gasta el dinero en una entrada quiere calidad y cosas que no sean muy difíciles de digerir. Lo más experimental debería verse en los teatros alternativos.

-¿Qué le atrae del trabajo de cineastas como Carlos Saura o Bigas Luna?

-Con Bigas hice un trabajo muy curioso para el pabellón español en la Expo de Shanghái. Él tenía muy claro lo que quería. Con Carlos Saura hice un trabajo opuesto: llevar mi obra Salomé al cine. Hubo muy buen feeling y aprendí muchísimo. En el cine no te puedes pasar de interpretación, no tienes al público del teatro enfrente. Es todo más contenido. Es otro lenguaje en el que predomina la mirada del cineasta.

-¿Prefiere interpretar piezas sueltas o personajes como Carmen o Salomé?

-Son cosas distintas. Son niveles de interpretación diferentes. Por ejemplo, en el espectáculo de Palma presentamos una serie de bailes sin argumento. Pese a ello, has de interpretar la música que suena y es posible que en estos casos los pasos sean más ceñidos. También depende de lo que tú quieras contar ahí. En cierto sentido, tanto los papeles como los bailes sueltos son interpretación.

-¿Un bailarín debe retirarse en su esplendor o alargar su carrera?

-Alargar la carrera es un error. Aunque es cierto que si te has cuidado durante tu carrera, puedes estar sobre el escenario con más de 40 años. Si no estás en tus kilos o no estás preparado físicamente, has de ser honesto contigo mismo y no bailar. Sé que es algo personal al final, pero es lo que pienso.

-¿Cómo se ha adaptado su cuerpo en la lucha de la danza?

-Muy mal, tanto el mío como el de todos los bailarines. Lo del cuerpo es muy curioso. Dejas de tomar tu clase durante cuatro días y estás peor que si lo hubieras dejado un mes. Yo tengo mi barra en mi casa, al lado de mi habitación. Tomar mi clase es lo primero que hago al levantarme. Todos los bailarines hemos tenido lesiones y lo asumimos. Cuando nos vamos a jubilar somos como un mecano. Pero cuando se levanta el telón y a uno le estaba doliendo la cadera, de verdad que no lo sientes. Un médico mío traumatólogo siempre me dice que los bailarines estamos hechos de otra pasta, como los toreros.

-¿La danza española es feminista?

-No. Me encantaría que lo fuera, pero no lo es. Incluso hubo una época, con Canales y Joaquín Cortés, en que parecía que era una etapa más de hombres. Yo creo que hemos tenido hueco todos. Hombres y mujeres nos hemos podido expresar en esta disciplina. Yo misma puedo decir que me he sentido más macha que mujer, porque llevar una compañía propia [ahora residente en Pozuelo de Alcorcón] no es poca cosa. Para que funcione todo te has de poner muy seria.

-¿Con quién no se echaría nunca un baile?

-No tendría nada que bailar con alguien que aborreciera la cultura. Poco o nada podría contarle.