La Antártida es un continente sobrecogedor. Al margen de ser el más austral y remoto „si medimos la lejanía por la distancia respecto de los centros de la civilización„ se trata de la única masa continental que nuestra especie no ha podido colonizar dejando aparte los asentamientos tan mínimos como artificiales y costosos que se mantienen allí por razones científicas o, ¡ay!, políticas.

La Antártida se convirtió en un continente aislado en el Mesozoico por la disgregación, debido al desplazamiento de las placas tectónicas, de la masa terrestre gigantesca a la que se conoce como Pangea. Su enfriamiento brusco tuvo lugar ya en el Cenozoico, en la transición desde la época del Eoceno „ de clima cálido„ a la del Oligoceno „mucho más frío„, es decir, hace algo menos de 35 millones de años. Y la razón de ese cambio de enormes consecuencias para el clima de todo el planeta permanece en debate. ¿Fue el continente helado una consecuencia del enfriamiento global producido durante el proceso del cambio de épocas o, por el contrario, la extensión de los glaciares de la Antártida llevó al tipo de clima propio del Oligoceno?

Aaron Goldner, investigador del departamento de Earth, Atmospheric, and Planetary Sciences de la universidad de Purdue, West Lafayette (Indiana, Estados Unidos), ha publicado en la revista Nature junto con dos colaboradores más el resultado de una simulación realizada con la ayuda del Community Earth System Model, un sistema computacional patrocinado por la National Science Foundation de los Estados Unidos que permite llevar a cabo modelos acoplados de la atmósfera, la superficie terrestre, el océano y el hielo marino. Por medio de la simulación del resultado al que conduciría la introducción de una placa de hielo sobre la Antártida pre-glacial, Goldner y colaboradores han concluido que el enfriamiento del Oligoceno se puede explicar a partir de la formación primero de los enormes bancos helados sobre la Antártida que más tarde llevaría hacia el norte las aguas frías extendiendo a su vez el clima riguroso por todo el planeta.

Por supuesto que un cambio climatológico han pronunciado como el del paso del Eoceno al Oligoceno es un fenómeno complejo en el que intervienen múltiples factores. Los cambios en la circulación de las corrientes oceánicas, por ejemplo, son un elemento crucial para extender las condiciones a nivel planetario. Pero el germen del proceso pudo ser la acumulación inicial de hielo sobre la Antártida. Los datos de la paleoclimatología disponibles confirman que esa hipótesis es factible. Con una conclusión final que apuntan Goldner y colaboradores: si la capa de hielo sobre la Antártida intervino de manera compleja y dinámica en los flujos de aguas frías y calientes dentro de la circulación de las corrientes oceánicas en el pasado, también puede hacerlo en un futuro. Cabe añadir que ese futuro podría ser no muy lejano, a juzgar por la rapidez con la que la Antártida pierde su hielo continental.