El sistema nervioso de los animales no se fosiliza. Así que su evolución sólo puede deducirse de comparaciones entre algunas funciones de los seres actuales como son el control de los órganos sensoriales y motores. Un sistema nervioso muy simple es el de rejilla propio de ctenóforos como las medusas-peine, sencillo pero redundante. Marcus Kasier y Sreedevi Varier propusieron hace tres años un modelo de avance evolutivo, a partir de las rejillas, por medio de la organización en módulos y sub-módulos cada vez más enrevesados hasta llegar a la complejidad extrema de los cerebros de los primates. Lo que se gana en eficacia de organización mediante esa fórmula se pierde en lentitud y dificultad de enlace entre las regiones separadas de las redes. Pero la filogénesis ha impuesto, como solución de tal problema, las interconexiones de "mundo pequeño" (small world) en las que regiones distantes del cerebro se enlazan mediante unos pocos pasos igual que sucede con nuestra red de redes por excelencia, Internet.

Ese modelo relativamente simple de incremento de la complejidad suele utilizarse también como guión acerca de cómo tuvo lugar la evolución del sistema nervioso. Pero puede ocultar que los sistemas que damos por más primitivos escondan sus propias claves particulares que impiden entender el proceso filogenético como una especie de peldaños que se suceden a lo largo de una escalera. Leonid Moroz, investigador del Whitney Laboratory for Marine Bioscience (Universidad de Florida, EEUU) y sus colaboradores han publicado en la revista Nature un borrador del genoma del ctenóforo Pleurobrachia bachei, la llamada grosella espinosa del Pacífico, que indica algunas particularidades sorprendentes. Esas medusas-peine parecen carecer de los genes Hox „responsables de la diferenciación celular en las primeras etapas del desarrollo embrionario„, disponen de un sistema inmunológico muy limitado y si cuentan con los genes clásicos que intervienen en los neurotransmisores no parecen expresarse en sus neuronas. Pero tales características muy primitivas contrastan con elementos sofisticados de conducta como es la locomoción por cilios que confiere a la P. bachei una alta capacidad de predación.

Al decir de Moroz y colaboradores, el genoma de P. bachei indica que tanto el sistema nervioso como la especificación muscular de los ctenóforos podrían haber evolucionado de manera por completo independiente de la de otros animales. De ser así, la filogénesis que condujo al cerebro de los primates habría seguido caminos diversos, en paralelo, a través de distintos linajes. Los rasgos genéticos particulares de los ctenóforos harían de ellos el primero de esos linajes entre los metazoos (los organismos con células eucariotas). Pero no serían en absoluto el peldaño inicial de una escalera evolutiva, sino una de las ramas basales de lo que supone un arbusto intrincado.