España tiene "cierto margen" para adaptarse a los efectos del cambio climático, entre ellos una subida del nivel del mar que en un siglo se ha multiplicado por cuatro en algunas áreas costeras, pero no debe relajarse en la adopción de medidas, subraya en una entrevista con Efe la científica Elisa Sainz de Murieta.

Con motivo hoy de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente bajo el lema "Alza la voz, no el nivel del mar", la investigadora del Centro Vasco para el Cambio Climático afirma que pese a que los impactos ligados a factores climáticos se producen de modo gradual, ello no significa que no haya que adoptar ya las medidas oportunas.

La coautora del "Manual de Economía para la Adaptación al Cambio Climático" (Ed. Routledge), admite la dificultad de actuar en una situación de crisis como la española, pero prepararse -dice- no se reduce a aplicar costosas medidas técnicas o de infraestructuras.

En la adaptación, añade, se está optando poco a poco por soluciones basadas en los ecosistemas como la restauración de los humedales y marismas para protegerse ante las inundaciones (gracias a su capacidad de captar sedimentos).

Otras posibilidades pasan por los incentivos financieros como impuestos y bonificaciones, seguros y pago por servicios medioambientales; leyes de ordenación y zonificación del territorio, programas de mejora urbanística y cambios de hábitos de los ciudadanos.

La investigadora llama la atención respecto a que el litoral español y del resto del mundo no son sólo más vulnerables a consecuencia del cambio climático, sino también por la intensa ocupación humana del territorio costero, construcciones en zonas inundables, en primera línea de playa etc. "Hay que frenar para que no vaya a más".

Los últimos informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés,) coinciden en que no sólo es necesario un enorme esfuerzo de mitigación (reducción de emisiones de los gases de efecto invernadero, la raíz del problema) sino también de adaptación.

Al contrario de la mitigación, que implica la consecución de grandes acuerdos internacionales, adaptarse significa poder hacerlo a nivel local. "Está en nuestra mano", lo define gráficamente Sainz de Murieta.

Países como Holanda, Reino Unido o las islas Estado del Pacífico -que tienen riesgo de desaparecer por la subida del mar- están optando con fuerza por esto último.

En España, el ascenso del nivel del mar lo llevan midiendo los satélites desde los 90 y mucho antes los mareógrafos, aparatos situados por lo general a la entrada de los puertos para orientar e informar a los barcos de la disposición del calado.

Durante el siglo XX, se ha documentado en el Cantábrico un aumento de entre dos y tres milímetros al año, unas cifras acordes con la tendencia global (3,2 milímetros).

Un dato interesante en este sentido es el aportado por los geólogos de la Universidad del País Vasco: "calcularon que el ascenso marino en la costa vasca entre el año 7000 (a.C.) y el siglo XX había sido entre cero y 0,5 mm, sin embargo a partir de entonces se cuadriplica y se pasa de 0,5 a 2 mm/ año. Es un cambio importante".

Advierte, por otro lado, de que cuando los científicos del IPCC hablan de los impactos derivados del cambio climático -como el nivel del mar- son datos globales, pero la variable regional es esencial.

Hay muchos factores que condicionarán si en una zona seguirá esa tendencia o no; de un lado está la subida del nivel del mar y de otro la respuesta del continente.

Por ejemplo, hay zonas del norte de Europa que por la fusión de los casquetes polares, el continente pierde peso y sube.

Dicho ascenso del continente, en algunos sitios, va a ser mucho mayor que la subida del nivel del mar, pero hay otras zonas como el Delta del Ebro que -por la propia naturaleza de un delta- registra subsidencias, o sea, se hunde, concluye.