C(K)aramo Fanta S´Escorxador. Crta. Sa Cabaneta-Pòrtol, s/n (Marratxí). Hasta el 5 de junio

La primera fotografía que veo al entrar en la sala es una versión mordaz de los dos ángeles de la Sixtina de Rafael Sanzio, símbolo de la melancolía; dudo que para Caramo Fanta (Lleida, 1986), la capital de su país, Banjul, exprese grato sentimiento. Caramo nació en Lleida, allí vivió y creció hasta los 14 años, hasta que su padre falleció, y unas vacaciones al Senegal se convirtieron en un viaje sin posibilidad de retorno.

Hombre de mentalidad europea, Caramo vivió durante más de una década en un país donde, alrededor de la mitad de su población vive por debajo de la línea de la pobreza y la esperanza de vida es de 56 años y la falta de oportunidades empuja a los más jóvenes a abandonar un país cada vez mas desestabilizado.

El artista mallorquín Toni Socias conoció al joven en uno de sus viajes africanos y le abrió los ojos a un arte que le interesó mucho más que el neo-tradicional que Caramo Fanta practicaba para sobrevivir: pinturas de cocodrilos en la charca o mujeres con cántaro. Junto con las fotografías que Caramo realizaba con un dispositivo muy sencillo, Socias se fijó en su talento y en una sensibilidad poco corriente. Ahora forman un tándem perfecto, un universo compartido, así lo expusieron en 2011 en Es Baluard con Mi otro yo con algunas contradicciones. Sus piezas en terracota con aspecto de bronces evocan a su árbol fetiche, el Baobab, que en la historia Le petit prince, de Antoine de Saint-Exupéry, el protagonista estaba preocupado por si podrían crecer en su pequeño asteroide, ocupando su espacio. Un espacio, el suyo, ahora donde crecen brotes verdes y aptitudes buenas para el arte.

Caramo Fanta fusiona la escultura y la pintura gracias a una sabia síntesis entre su pasado y los conceptos de nuestro tiempo, que desarticula en fragmentos para reorganizarlos a su manera. En su obra, construida, a partir de campos de color, es importante subrayar el papel que posee la materia, principalmente la madera, la pintura acrílica y la terracota. Segmentos realidad que borran los límites entre la pintura, la fotografía y la escultura. Desde su experiencia ha sabido realizar una relectura y reaprovechamiento de las soluciones plásticas que mas le han interesado o ha sabido aprender de su maestro. Sólo le falta seguir adelante.