El tradicional concierto de Año Nuevo que brinda sa Simfònica y que desde hace 24 años ofrece de modo ininterrumpido el promotor Agustín Pinillos se traslada al Trui Teatre. Tendrá lugar el próximo 1 de enero, a las 20 horas, y las entradas se pueden adquirir a precios que oscilan entre los 50 y los 39 euros.

A diferencia de otros conciertos de Año Nuevo, el de Pinillos se desmarca del "clásico monográfico de Strauss". El rey del vals está presente en el cartel, pero solo ocupa "un 25 por ciento" del mismo. El resto se nutre de piezas de otros clásicos, como Suppé, Tchaikovsky, Offenbach o Bernstein.

"Sé lo que le gusta al público, pero aun así diseñar el programa me lleva unos 45 días de trabajo. Se trata de darle coherencia, que tenga sentido, y buscar un in crescendo, ofreciendo al final las piezas más animadas", explica Pinillos.

Para ello, el promotor trabaja con unas 60 piezas, de las que saldrá la selección final que posteriormente presentará al director, quien deberá darle su aprobación. Este año, Pinillos se ha decantado por Felipe Aguirre, el joven director de Bogotá, "buen conocedor de la Simfònica", a la cual ha dirigido en varias ocasiones.

El programa final, el que podrá degustarse en el Trui Teatre, es el siguiente: El murciélago, Vino, mujeres y canciones, Polka de la caza, Danza húngara núm. 6, Voces de primavera y Trisch, Trasch Polka, de J. Strauss; La boda de Luis Alonso, de Gerónimo Giménez; Caballería ligera, de Suppé; Danza de las horas, de Amilcare Ponchielli; el Vals de las flores (Cascanueces) de Tchaikovsky; Sleigh Ride, de Leroy Anderson; un tributo a Henry Mancini; West Side Story de Bernstein y Orfeo en los infiernos de Offenbach.

Conocido por su pasión por la danza, Pinillos impulsó durante años la Temporada de Ballet de Mallorca, hasta su extinción a causa de la falta de apoyo institucional, víctima de los recortes. "Al año nuevo le pediré el deseo de que la danza no desaparezca de los escenarios mallorquines", desvela.

En cualquier caso, el responsable de Alinmu no piensa en recuperar la temporada que tantas alegrías le brindó. "Mi relación con el ballet ya es un tema del pasado. Para montar una temporada de calidad hace falta mucho dinero y voluntad política, y en estos momentos no veo ni lo uno ni lo otro", lamenta.

"En su día me quedé con el corazón partido. Fue duro despedirse de la temporada, pero ya me he repuesto. Estoy contento con lo que hicimos y ahí queda", agrega Pinillos.

El último informe de la SGAE, presentado esta misma semana, no augura buenos tiempos para el ballet: la danza ha perdido el 43 por ciento del número de representaciones en los últimos cinco años. "La danza está en trance de desaparición", reconoce Pinillos, quien afirma que la subida del IVA en cultura del 8 al 21 por ciento "le ha afectado como una bomba".

"En el último año de nuestras temporadas notamos mucho los impuestos brutales. Ignoro porque en España nunca se le ha dado al ballet la importancia que sí tiene en otros países europeos. Somos el único país del mundo civilizado que no tiene Ballet Nacional, porque la Compañía Nacional es otra cosa distinta", espeta.